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Recuerden a los hermanos Bea Vidal

Para morir dos veces solo es necesario que la memoria de alguien desaparezca del lugar en el que vivió. Así sucedió con los Hermanos Bea Vidal. Tras abandonar Caspe durante la Guerra Civil, su recuerdo no sobrevivió a su generación. Ni tan siquiera su propia familia supo cuál fue la suerte de José. Hasta ahora.

El pasado viernes 3 de junio, Guernica recordaba a quienes murieron en el hospital militar de prisioneros que existió en el lugar entre 1938 y 1940. Un total de 269 presos republicanos fallecieron en el centro de reclusión durante los dos años que permaneció abierto. Los descendientes de algunas de las víctimas llegaron desde varios puntos de la geografía estatal para asistir al homenaje que tuvo lugar en el cementerio de Zallo.

Entre la representación institucional que asistió a los actos se encontraba la directora general de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón Marisancho Menjón, porque 13 de los que perdieron la vida en el hospital eran aragoneses. Sus identidades se conocen gracias al gran trabajo llevado a cabo en su momento por José Ángel Etxaniz y Vicente del Palacio, Morir en Gernika (2003), y completado por Amagoia López de Larruzea e Iñaki Uribarrena, de la asociación Pipergorri. Así es cómo sabemos que uno de aquellos 269 presos que perdieron la vida en el hospital del municipio vizcaíno se llamaba José Bea Vidal y era de Caspe.

Varios familiares posan junto a la placa con los 269 nombres
La directora general, Mari Sancho Menjón, charla con los familiares

Aunque son pocos los datos que se conocen sobre José y su familia, a través de varios archivos ha sido posible reconstruir algunos esbozos sobre los Bea Vidal, quienes desaparecieron de Caspe sin dejar rastro. José era el segundo de, al menos, cuatro hermanos de la Cuesta Serrate cuyo ADN era plenamente caspolino. Manuel (1900), José (1903), Pilar (1913) y Josefa (1915) eran hijos de Manuel Bea, blanqueador de oficio, y María Vidal. Ambos eran tan naturales de Caspe como sus ancestros.

La guerra puso patas arriba la vida de la familia. José, albañil de profesión, fue llamado a filas e incorporado al batallón de ingenieros “Siempre Adelante” afincado en Torralba de Aragón (Huesca).[1] Deducimos que la militancia de los Bea sería moderada, pues a pesar de la pertenencia a UGT de Manuel, en la primavera de 1937 su hermana Pilar, soltera, lavandera de profesión, fue investigada tras enviar una carta a su hermano José en la cual le informaba de cómo había crecido el miedo entre la población después del bombardeo del 19 de febrero (en el que dos personas perdieron la vida). Con el paso de los meses, Manuel Bea, el barbero ugetista de la plaza de la Libertad (hoy plaza Heredia), sería nombrado alcalde-presidente de su ciudad natal. Aunque el último alcalde republicano de Caspe solo ejerció como tal durante cuatro meses, durante su mandato se dieron los primeros pasos de ambiciosos proyectos locales paralizados por la caída de la ciudad ante las tropas franquistas.

Montaje realizado con la firma original de Manuel Bea (procedente de los libros de actas del Ayuntamiento de Caspe) sobre la bandera republicana

Con total seguridad, en marzo de 1938 los tres hermanos Bea que residían en Caspe huyeron hacia Cataluña. No tenemos datos sobre ellos durante los últimos meses de la guerra, pero lo que sí sabemos es que Manuel, Pilar y Josefa Bea Vidal acabaron en Francia. El alcalde pasó por Bram y Argeles y, posteriormente, tras la conquista de Francia por el Ejército del Tercer Reich, fue destinado al 408 GTE (Grupo de Trabajadores Extranjeros). Con su compañera María Plaza Martín tuvo dos hijos. María pasó por Argeles y, al parecer, retornó a España en diciembre de 1940. La pareja tardaría 11 años en volver a reunirse.

Por su parte, tras llegar a Francia Pilar y Josefa Bea fueron internadas en el campo de prisioneros de Rivesaltes.[2] Desde allí, en marzo de 1939 Pilar hacía llegar una nota al periódico francés Le Midi Socialiste interesándose por el paradero de su hermano José. [3] Quizá los Bea nunca supieron que José había fallecido el 4 de diciembre de 1939 en Guernica a consecuencia de la gran pandemia de la posguerra en España, la tuberculosis pulmonar.

Tras la Segunda Guerra Mundial, las hermanas Bea Vidal se instalaron en Quillan, en el departamento del Aude. Pilar se casó con un maellano apellidado Barceló y Josefa con otro exiliado aragonés. Hacia 1970 todavía vivían en Quillan. Allí habían llorado la muerte de su hermano Manuel; el antiguo regidor de Caspe también se afincó en Quillan y muy pronto destacó como activo militante. No se hizo mayor: el 26 de noviembre de 1952, a los 51 años, falleció en Carcassonne. Su funeral fue recogido por el Boletín de la UGT en el exilio:

“El compañero Bea fue uno de sus más activos paladines en el Departamento del Aude […] desempeño diferentes cargos hasta hace muy poco tiempo”.

“El entierro fue una demostración de duelo importantísima que estuvo presidida por los Comités de los Grupos Departamentales y de las Secciones locales de la U.G.T y del P.S.O.E”.[4]

Quizá los hijos o nietos de Manuel Bea vivan todavía. Quién sabe si algún día acudirán al cementerio de Guernica para hacer lo que sus mayores no pudieron: visitar un lugar donde se recuerde a José Bea Vidal.

El nombre de José Bea consta a la izquierda de la nueva placa
Vídeo de ETB sobre el homenaje

Enlace a la noticia del homenaje publicada en El Correo: https://www.elcorreo.com/bizkaia/costa/salieron-frente-supimos-20220604221721-nt.html


[1] 3º Compañía, 2ª Sección.

[2] Los datos referentes al internamiento en los campos de Josefa, Pilar, Manuel Bea y su esposa María los facilita Salvador Melguizo.

[3] Información cedida por Herman, de la web buscar.combatientes.es

[4] http://www.bajoaragonesa.org/elagitador/manuel-bea-vidal-el-ultimo-alcalde-republicano-de-caspe.

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