Viajamos en el tiempo hasta el tramo final de la Restauración. El objetivo no es realizar ningún tipo de análisis económico, social o político de la ciudad de Caspe de por aquel entonces. Al contrario, lo que propongo es llevar a cabo algo tan cotidiano como pasear virtualmente por las calles, cantones, plazas, callizos y huertos del Caspe de nuestros bisabuelos. Como cápsula temporal usamos un plano del núcleo urbano dibujado por el topógrafo Victorino Antolín en mayo de 1919. Su observación detallada nos va a permitir conocer cómo ha crecido la ciudad desde entonces hasta hoy o qué calles han cambiado su denominación. Algunos datos resultan bien curiosos.
La estación, protagonista absoluta del norte de la ciudad
Aunque el ferrocarril y su estación llevaban más de cuatro décadas acompañando a los caspolinos, a punto de inaugurarse los años 20 del pasado siglo los accesos a la misma apenas se habían urbanizado. La calle Obispo García era el camino de la Estación y las calles Conde de Guadalhorce y Primo de Rivera compartían una denominación escasamente original: calle de la Estación. Solo en la parte alta de las mismas había casas y los jardines de la estación no eran más que huertos. Tampoco existía la plaza Santo Domingo ni la manzana de casas frente al Hotel Magallón. En la parte alta de este tramo, la plaza hoy llamada Ramón y Cajal era la plaza Rosario, dotada de fuente y abrevadero. A la derecha de la imagen vemos cómo la actual calle San Bartolomé era otro camino, el de Cabo de Vaca (Cauvaca, según la denominación en aragonés) que, contrariamente a la configuración actual, se bifurcaba.
El Oeste, la Balsa solitaria y varias calles con otro nombre
En la parte más occidental del trazado urbano destacaba la Balsa, solo acompañada por una «Casa» en su frente. Se trata del palacete de la Rosaleda, por entonces muy nuevo. Y no había nada más allá. En lo que hoy es calle Gumá, se observan casas en el lado derecho -si miramos hacia la Balsa- pero no en el izquierdo. La calle Hermanos Albareda se llamaba de las Hermanas y al final de la misma, en la plaza Soberanía, había una fuente que conocemos a través de viejas fotografías. La actual vía San Vicente Ferrer se dividía en dos calles: Hilador la parte baja y Comisario la alta. Otro detalle significativo que vemos en esta sección es el callizo del Coso (según se baja, a mano izquierda) que entonces no era más que un callejón sin salida. Se convirtió en calle tras ser destruida la casa que impedía la conexión entre la calle Esquinas y el Coso (la ruina de la casa la provocaron los bombardeos de la Guerra Civil). En la parte inferior de la imagen vemos otra de las calles con curioso nombre: la Capellanía, hoy Subida al Cuartel.
Sur y suroeste, las afueras
Lo siento por Mosén Mariano Valimaña, pero me gusta más la denominación que antes tenía la parte baja de la calle que ahora lleva su nombre: «Calle Cantón de las Chirlas», hace un siglo solo acompañada de edificios en en el encuentro con la calle Gumá. Toda la parte alta de esa larga arteria caspolina eran huertos, y al salir de la misma no había edificios junto a la carretera hacia Maella. Cabe destacar el cambio de nombre de las calles Teruel (en el plano, calle de las Fuentes) y Santa Teresa (entonces, prolongación de calle las Monjas), la cual solo presentaba edificaciones en un lado, siendo el otro un jardín (más bien era un solar, me cuentan). La plaza del Surtidor no figura con nombre alguno, y también sorprende que en el dibujo no conste el abrevadero, ¿es posterior a este plano o quizá carecía del dato el dibujante?
Más detalles dignos de mención: el Asilo no era más que un convento derruido (el de Capuchinos) y la calle 13 de Septiembre se llamaba entonces calle de Capuchinos en recuerdo del cenobio que en tiempos hubo frente a ella. Del resto llama la atención la calle «Sepbre.» (entendemos que Septiembre), hoy llamada calle Fernando el Católico.
Hacia el Guadalope. Ni Grupo Escolar ni jardines de la iglesia
En la cara más oriental del trazado urbano vemos nombres que conocemos bien. Algunas denominaciones resisten al paso del tiempo: actualmente la Fireta sigue siendo la Fireta por mucho que sus calles ya no se llamen Fireta Alta y Fireta Baja, como sí ocurría en 1919. El Chorrío era Chorrido (todavía hay quien lo llama así) y la plaza mayor recibe en la imagen el nombre que tuvo en los años 20: plaza de la Constitución. Al margen de ello, en toda esta zona antigua apenas se detectan cambios en la fisonomía urbana a excepción de la zona de la iglesia y castillo. Este último consta como cárcel y junto a él vemos dibujadas y citadas unas «casas» que son previas a la construcción del juzgado actualmente en desuso (antes del mismo, hubo en el solar un edificio propiedad de la Iglesia). Vemos que se documentan unas escuelas junto a Santa María la Mayor, pero aunque están casi en el mismo sitio no corresponden al Grupo Escolar, sino al edificio que hubo donde hoy se encuentra la Tumba de Miralpeix: la Cámara de Comercio. Según creemos, durante algún tiempo se impartieron clases para chicas en ese edificio que vemos en el centro de la imagen inferior.
¿Los jardines? Como se aprecia perfectamente no hay rastro de ellos. Son posteriores. La plaza de la Virgen daba su nombre, únicamente, al espacio inferior frente a la iglesia, porque la subida a las escuelas se llamaba entonces Mosén Pedro.
Hacia San Roque, donde vemos un amplio espacio sin edificios (le llamaban la Cantera) las calles Santa Ana y Montserrat llevan hoy distintos rótulos: Fayón Alto y Fayón Bajo.
Callizos y nombres curiosos
Callizo es un vocablo aragonés que se refiere a una calle pequeña, a un callejón. El de San Indalecio consta sin nombre propio en el mapa pero sí figura el término «Callizo». También hay un pequeño callizo en el Empedrado (el espacio que comunica las actuales calles Cirac Estopañán y Arbellón).
En la leyenda anexa encontramos otros topónimos bien curiosos: la calle del Sebo es ahora la calle Jaca (con acierto, ese cambio de nombre lo recuerda la placa actual). Esta da acceso al ¿Barriverde? ¿Error de transcripción o así llamaban entonces al Barrio Verde? La plaza de Maranillo, otro nombre que ha sucumbido al tiempo, es la pequeña placeta en la que confluyen las calles Lon, San Roque y Santa Bárbara. La calle Canta Asnos (¿el nombre, no les parece genial?) corresponde a uno de los dos callejones existentes entre la calle Mayor y la del Carmen, concretamente al situado frente al kiosko Campanilla. También es destacable que en aquel Caspe en el que los portales de la muralla se habían eliminado no muchos años atrás, todavía figuraban en el mapa un par de portales: el Portal de Capuchinos y el Portal de Valencia (en la actualidad mantenemos los nombres populares, aunque es de suponer que en pocos años las fuentes orales ya no los recordarán).
Tres años después, el Gordo de la Lotería de Navidad sonrió a Caspe. Los miles de pesetas traídos por el azar, las ganas de abrazar las nuevas corrientes constructivas por parte de un puñado de pujantes burgueses locales, junto al brío de un alcalde renovador como fue Latorre Timoneda, cambiarían notablemente la fisonomía del casco urbano de Caspe.
3 respuestas a «Así era Caspe hace 100 años»
Buen reportaje Amadeo, como siempre. Sigue así.
Me lo puedes pasar por pdf. Gracias 🙂
Gracias Santiago. Te he mandado un correo. Saludos
Trabajo muy notable. Te agradecería mucho que me lo remítas a mi @ en PDF