Categorías
Firmas invitadas

Si eres de Caspe, charras aragonés (y quizá no lo sepas)

Cortamos la cinta inaugural de una nueva sección en el blog. En ella no seré yo el responsable del texto, sino algún amigo que, quizá por encargo mío o tal vez por ofrecimiento propio, le apetezca colaborar con la divulgación de temas que tengan que ver con Caspe. El artículo que Javi Martínez Aznar nos presenta es fruto de unas cuantas conversaciones entre ambos en las que -confieso- he aprendido mucho más que él. No en vano -vuelvo a confesar- mi desconocimiento era total respecto a la presencia del aragonés en nuestro hablar. Pero el aragonés está entre nosotros.

                Permítanme un ejemplo: ha salido a la calle un almanaque con fotos de doce pueblos de Aragón, entre ellos Caspe abriendo el año.

En el título del mismo no leemos calendario, sino calandario, que es como se dice en aragonés. Pues bien, no sé ustedes, pero yo, que he oído decir calandario más de una vez a la gente mayor, pensaba que estábamos ante un vulgarismo. Y resulta que no. Es una de las muchas palabras que conservamos en Caspe del aragonés. Pero mucho mejor que yo nos lo explica Javi en las siguientes líneas.

Si eres de Caspe, charras aragonés (y quizás no lo sepas)

                Si planteas dudas con Amadeo, acabas llevándote faina. Así sucedió el día en que me dejó un ejemplar de la primera edicición de Cuadernos de Estudios Caspolinos. En esa publicación, ¡de 1979!, aparece un artículo de Antonio Domingo Cirac titulado «El habla caspolina». ¡Un tesoro olvidado, creedme!

                La motivación principal de esta entrada responde a esta pregunta: ¿Por qué empleamos palabras aragonesas en nuestro charrar como lifara, badil, carnuzo, esclafar, callizo, mesache…? Hace no mucho tiempo todavía eran más. Pero si alguien ha salido de Aragón habrá notado que no se entienden fuera.

                Intentaré esbozar la respuesta citando el olvidado artículo del caspolino Antonio. También otras obras generales para explicar brevemente lo sucedido con el aragonés en Caspe, que es lo acaecido en el resto de zonas de Aragón no catalanoparlantes.

                En año pasado, Tomás Faci publicó El aragonés medieval, un libro editado por la Universidad de Zaragoza en el que se pone de manifiesto que el aragonés fue la lengua vehicular del Reino de Aragón, charrada incluso por los moriscos. Va más allá: «la noción de lengua aragonesa estaba extendida tanto dentro del propio territorio, como también fuera». Es decir, que tanto los nativos como los foranos sabían que en Aragón se charraba aragonés.

                ¡También se hablaba fuera de Aragón! Con las repoblaciones de aragoneses y aragonesas la lengua se extendió más allá de nuestras fronteras. A finales del siglo pasado, los trabajos de Natividad Nebot en el País Valenciano supusieron un cambio de paradigma en la adscripción de expresiones aragonesas que, con anterioridad, se atribuían al catalán o eran expresiones que no se podían adscribir a ninguna lengua y se consideraban localismos.

                Comienza el artículo de Antonio con una referencia a la lengua sobre la que va a trabajar: «El aragonés residual se viene arrastrando en Caspe con clara conciencia de inferioridad cultural y social». Esto que describe el autor caspolino es lo que los lingüistas llaman diglosia. El propio autor habla de las consecuencias: «Esta circunstancia ha sido muy negativa para la vida local, ya que hombres inteligentes y sensatos han enmudecido, ante el temor de hacer el ridículo por emplear palabras y expresiones incorrectas desde el punto de vista de la lengua castellana».

                A lo largo de la Edad Moderna y Contemporánea se produjo un retroceso en favor del castellano que nos lleva hasta la situación actual en donde únicamente perdura un aragonés residual (excepción hecha en algunos lugares del Pirineo, Prepirineo y de los semontanos septentrionales). El proceso de castellanización avanzó en primer lugar en las ciudades y con un gradiente de oeste a este y de sur a norte.

                Sin embargo, la lengua oral no se pierde tan rápido como la escrita (Anderson, 1993; p. 70) y más en tiempos en los que los medios de comunicación de masas y el sistema educativo universal eran inexistentes. Como prueba un botón: en el siglo XIX, en la redolada de Calatayud, todavía se encontraban numerosas palabras y expresiones en aragonés. Entre ellas la preposición “dica” (“hasta” en castellano), únicamente documentada hasta entonces en el Pirineo. ¡En pleno siglo XIX y en la zona centro-occidental!

                Un siglo después, el bueno de Antonio Domingo Cirac documenta expresiones y palabras en aragonés en el habla de Caspe y, además, se lamenta de la traducción (fallida en algunos casos) de topónimos como Cau Vaca o Plan de l’aira. Reproducimos sus palabras, quejándose de lo absurdo de la situación y del problema que generaría traducir «todos los nombres no castellanos de la localidad: […] Boterón: brecha en la muralla. Callizo y cantón: callejón. Rigüela: acequia pequeña. Pallaruelo: pajar pequeño. El Saso: Llano [elevado] pedregoso. La Fireta. La feria menor. La Gabardera: El escaramujo…».

Callizo Rabel, Caspe

                Continuando el trabajo que comenzaron Antonio Domingo Cirac y otras personas hemos replegado diversas palabras en Caspe y redolada que son propias de la luenga aragonesa, como si fueran esos fósiles que a los geólogos les permite comprender el pasado de la Tierra, lingüísticamente aportan luz sobre la lengua de nuestros antepasados (a tenor de las últimas investigaciones, no tan lejanos como se creía).

                Veamos, a continuación, algunas palabras cuyo uso podría parecer exclusivo de Caspe, pero son habituales en el habla de numerosos lugares de Aragón (parad cuenta, reitero que también fuera de nuestro territorio, en aquellos lugares que se repoblaron con aragoneses y aragonesas). Como ejemplo, algo que parece tan caspolino como cambiar el sufijo de los árboles frutales (perera, almendrera, cerezera…) es un claro ejemplo de la lengua aragonesa. El campo se lleva la palma, porque muchos de los términos que hacen referencia al agro son palabras propias del aragonés: brazal, follarasca, algarchofa, alfalces, carbaza, forcacha, albergeña…  Cuando vamos a escampar lagualera, nos ha dado la barrumba o barrumbada, o no decimos cubo de agua, sino una galleta de agua, también estamos charrando aragonés. Unos dientes con caries son unos dientes cucaos. En Caspe, al igual que muchos aragoneses, decimos: arguellao, zancochero, malfarchao, forigón, acaramullo, piazo, abadinao, cabezana, tedero, espuerta, escobar, remugar, sirrio, esbarre, cinglo, alcorzar, capuzar, galarcho, estorbar, estrenque, rebordenco, esbarizaculos, chandrío, clote, esbafau, tozolón, albarcas, rader, melico, picaraza, carnuzo, traste, badil, gustar (significando degustar)… Son todo aragonesismos. En ocasiones, hay palabras que no siempre están documentadas en todo Aragón, pero sí en ciertas zonas bien alejadas que, sin duda, tienen el sustrato común del aragonés (y evidencian que faltan estudios). Algunos ejemplos de vocablos usados en Caspe, pero también en otras zonas: Ir a volteras se usa en Uncastillo; Abadinar en Sobrarbe, Trasobares y Almudévar; Milorcho también se dice en Uncastillo, Luesia y Mas de las Matas; Sisampo en Andorra, Samper y Chiprana… Y no olvidemos que en Caspe todavía se oye decir jovenes, platano y pajaros, con acentuación llana. ¿Por qué? Quizá esté relacionado con que, en aragonés, la acentuación esdrújula es inexistente.

                Reconozco que el título del artículo habría sido más exacto en pasado, porque lo que se charra hoy en Caspe es castellano con un aragonés residual. Permitidme un pequeño recuerdo para el paisano Antonio Domingo Cirac y la altura de miras y la rasmia que demostró en 1979, con una democracia no asentada.

                A plantar fuerte.

Javier Martínez Aznar

Para saber más:

https://www.wikiwand.com/an/Idioma_aragon%C3%A9s

7 respuestas a «Si eres de Caspe, charras aragonés (y quizá no lo sepas)»

En Caspe se usa la palabra «decenero» para designar a la persona poco aseada.
¿Me puedes indicar de dónde procede y si se usa en otros sitios?
Gracias anticipadas.

Hola, Mariano:

Las fuentes a las que solemos recurrir para saber el origen aragonés de una palabra son varias y, en algunos casos, incompletas (especialmente en la zona centro y meridional de Aragón porque faltan más estudios).

Recientemente el Gobierno de Aragón ha habilitado este diccionario aragonés – castellano y viceversa en donde encontramos «zenero» con un significado similar al que expresas, aunque no referido a personas. «Campo no pacido», sinónimo de dejadez según la cultura agrícola predominante. https://aragonario.aragon.es/search/?q=zenero&l=ar-es

Se detalla el mismo significado por dos autores en este diccionario promovido en origen desde el Instituto de Estudios Altoaragoneses (y por lo tanto se encuentran más vocablos adscritos a zonas septentrionales, en muchos casos porque faltan estudios más al sur): http://diccionario.sipca.es/fabla/faces/index.xhtml
También se repite el mismo significado y lo citan dos autores diferentes, el primero Peralta en 1836 en su «Ensayo de un diccionario aragonés – castellano» e indica la palabra sin citar localidad, por lo que se entiende común en Aragón.
(Una segunda de la que no se puede saber la referencia en 1925 con idéntica definición).

Otro diccionario aragonés – castellano imprescindible es el Andolz y en él encontramos lo mismo.

Sé que no es la misma que tú indicas, «decenero», pero creo que tanto en significado como en forma, «cenero/zenero», parecen próximas y tal vez pueda explicarse así.

Salud,

Javi.

Soy el autor de «El habla caspolina» del nº 1 de «Cuadernos de estudios caspolinos». Cuando no había televisión, y muy pocas casas tenían ra- dio, los críos de los barrios de labradores fue la única lengua que apren dimos. Vivo en Lérida, tengo 82 años, recién operado del corazón, y tengo más material que no sé a quien dejar. Dadme el correo de Barce- ló.

¡Hola, Antonio!

Qué alegría saber de ti.

Y, además, conocer que tienes más material que el publicado en 1979, si nos lo dejas lo trabajaremos con cariño y tesón.

La lengua retrocede rápidamente y tener material de hace décadas es un auténtico tesoro.

Un abrazo y felicidades por tu trabajo.

Buenos días.
Desconocía, desgraciadamente, la publicación de «El habla caspolina» y me gustaría saber como poder conseguir dicho trabajo y cualquier otro material referente a cualquier variante del Aragonés. Sí que tengo una publicación de Rafael Barceló Caballud que se llama «Vocabulario Caspolino».
Si le parece bien enviarme todo el material que usted tenga yo se lo entregaré al Cosello d’a Fabla Aragonesa para su aprovechamiento y publicación.
Un cordial saludo y «a plantar fuerte».
Rafél Barrio
refelbarrio@hotmail.es

Responder a Javi Martínez Aznar Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *