Adaptación del artículo publicado en El Agitador con fecha 10-4-2013
Cuando quedaban pocas semanas para que el invierno de 1938 llegase a su final, nada hacía presagiar que la próxima primavera llegaría acompañada de profundos cambios. En la ciudad del Compromiso, como en todo el Aragón oriental, el «Movimiento» se implantaría prolongándose hasta 1975. Y con él, las nuevas -más bien viejas- formas de hacer política. Nada de todo eso imaginaba Manuel Bea Vidal, el último alcalde republicano de Caspe.
Había sido designado alcalde el 16 noviembre de 1937 en sustitución de Manuel Sorrosal, el malogrado ugetista que acabaría ejecutado en Torrero en septiembre de 1942. El relevo en el sillón consistorial estuvo precedido de una fuerte crisis en el Gobierno Municipal, la cual finalizó con el nombramiento de Bea Vidal, barbero de profesión, quien ejercía su oficio en la actual plaza de la Libertad (ahora plaza Heredia). Manuel Bea Vidal no había alcanzado puestos de gran responsabilidad, si bien había sido uno de los organizadores de la UGT en la localidad.
A partir del 9 de marzo de 1938, cuando todo a su alrededor comenzó a desmoronarse, Manuel Bea fue uno más de los miles de caspolinos que abandonaron la ciudad ante el avance de las tropas franquistas sobre el territorio aragonés oriental. ¿Qué fue de él? Lo cierto es que catorce años de su vida continúan siendo un misterio. Probablemente fuese internado en Argelés o Saint-Cyprien, quizá pasó por las compañías de trabajo, o incluso pudo colaborar activamente con el maquis. Quién sabe. Lo que sí sabemos, gracias a documentos a los que hemos tenido acceso recientemente, es que Manuel Bea murió joven: el 26 de noviembre de 1952 falleció en Carcassonne, al sur de Francia. Tenía 51 años y hacía solo unos meses que había vuelto a reunirse con su familia. Al igual que tantos republicanos en el exilio, Bea no había abandonado su militancia. Así es cómo el Boletín de la UGT en el exilio lo narró en la sección de necrológicas:
«Desde que nuestras organizaciones salieron a la luz pública en el exilio, el compañero Bea fue uno de sus más activos paladines en el Departamento del Aude, en cuya sección de Quillán, desempeño diferentes cargos hasta hace muy poco tiempo.
«El entierro fue una demostración de duelo importantísima que estuvo presidida por los Comités de los Grupos Departamentales y de las Secciones locales de la U.G.T y del P.S.O.E asistiendo también una delegación de la CNT de Quillán.
«A su infortunada esposa y a sus dos hijos, llegados de España hace diez y ocho meses, reiteramos el sentido pésame les fue expresado por nuestros compañeros del Aude».
Apenas nadie recuerda a Manuel Bea Vidal ni a tantos hombres y mujeres a los que, injustamente, la historia ha olvidado. Quizá llegue un día en el que todos aquellos caspolinos del exilio, obligados a dejar su país huyendo de un régimen represivo, sean recordados en su tierra. Sin duda, lo merecen.
Para saber más:
Boletín de la Unión General de Trabajadores en el exilio número 100, febrero de 1953
Caballú Albiac Miguel y Caballú Hernando Ana; “Los Alcaldes de Caspe en los años treinta”. Cuadernos de Estudios Caspolinos X, GCC, Caspe, 1984.
Serrano Capuj, Braulio, Memorias de un hombre cualquiera, edición a cargo de Jesús Cirac Febas, CECBAC, Caspe, 2007