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Ana M. M. Sagi: mucho más que la primera reportera de guerra (Juan Manuel de Prada nos lo cuenta este sábado en Caspe)

Este sábado 4 de febrero, a las 18:30 en el Castillo del Compromiso, tendremos la oportunidad de escuchar a la Juan Manuel de Prada hablando de una de las mujeres más importantes de su vida: Ana María Martínez Sagi.

El afamado escritor y articulista, ganador de varios premios de prestigio internacional (Premio Planeta, 1997; Premio Nacional de Narrativa, 2004; Premio Castilla y León de las Letras, 2021), llega a Caspe para hablarnos de una autora apenas conocida que destacó por sus múltiples talentos en disciplinas como el deporte, la poesía y el periodismo. De Prada ha dado forma a un espléndido trabajo biográfico sobre Martínez Sagi, El derecho a soñar, que presentará este sábado.

El autor llega a Caspe por segunda vez para recordar a Ana María M. Sagi, quien tuvo en Caspe su principal lugar de residencia durante la Guerra Civil. Durante más de 100 páginas del ensayo de Juan Manuel de Prada, el eje sobre el que gira la acción narrativa es la ciudad que fue capital del Aragón republicano. La asociación Bajoaragonesa de Agitación y Propaganda organiza el acto y la Comarca Bajo Aragón Caspe-Baix Aragó Casp lo patrocina.

Para poner en situación a quienes asistan, y como aperitivo a lo que vendrá, transcribimos unos fragmentos de La guerra de nuestras abuelas en el que se aborda -de manera superficial- la relación de Ana M. Martínez Sagi con Caspe.

«Esta barcelonesa sepultada por la historia era prácticamente una desconocida en el siglo XXI hasta el momento en que Juan Manuel de Prada se empeñó en sacar su novelesca vida del olvido, primero a través de Las esquinas del aire y después con La voz sola. Tanto es así que, a principios del verano de 2019, Martínez Sagi era protagonista en las páginas de El País, El Mundo, ABC y La Razón, entre otros medios. Incluso en el telediario de TVE1, Ana Blanco hablaba sobre ella. Para entonces era noticia que Juan Manuel de Prada acababa de editar y prologar su segundo libro sobre Sagi, La voz sola, un compendio de los trabajos de la autora.

«(…) Como periodista y poeta, antes de la contienda colaboró con medios escritos como el suplemento femenino de Las Noticias, La Rambla o con revistas gráficas como Crónica. En su faceta poética publicó Caminos (1929) e Inquietud (1932), con una prosa bastante notable en opinión de los entendidos. Trabajaba en el Ayuntamiento de Barcelona cuando sintió una suerte de revelación escuchando a Buenaventura Durruti, tomando pronto los votos libertarios: “el verbo áspero e incendiario del orador la cautiva y despierta su curiosidad por el comunismo libertario”, escribía Juan Manuel de Prada. Y así fue como el 30 de julio de 1936, tras recibir el permiso del Ayuntamiento, se incorporó como reportera de guerra en el Frente de Aragón.

«Durante unos meses, el epicentro de la redacción de las crónicas de Ana María Martínez Sagi fue Caspe, una ciudad que sufría serios problemas de alojamiento; en palabras de la propia autora, “hoteles, fondas, almacenes, casas particulares, todo está abarrotado de gente”. Por tal motivo, el Comité Revolucionario ordenaba que algunos de los recién llegados (principalmente mandos y personas de cierta importancia) fueran alojados en casas de algunas de las familias conservadoras de la ciudad. Así fue como la familia Royo Ibarz se vio obligada a dar cobijo a Martínez Sagi y a su compañera. Junto a Emilio Royo y Rosa Ibarz, -una pareja de bondadosos sexagenarios-, vivía su hija Rosa, soltera y muy devota (como hemos adelantado en el capítulo precedente, en 1939 tomaría los hábitos). A pesar de que la llegada de las intrusas fue fruto de una imposición, pronto afloraría una buena relación de amistad entre ambas partes. Carmen Royo, nacida en 1928, todavía recuerda a aquella mujer forastera que vivía en el 2º piso del número 13 de la calle Gumá, la casa de sus abuelos:

«Ella hacía la vida como si estuviera en una pensión pero en una casa particular. Yo subía y veía allí una señora, y yo claro, con ocho años, me llamaba la atención que lleva pantalones, correaje y pistola, y le decía a mi madre: “¡Mira mamá, va vestida de hombre”«.



[1] Entre otras, Gerda Taro, Kati Horna, Gamel Woolsey, Mary Low, Martha Gellhorn, Emma Goldman, Carlota O´Neill, Isabel Oyarzábal, Teresa Pàmies o la propia Margarita Nelken.

[2] Ana María Martínez, La voz sola, pp. XIX y XX.

[3] Ídem, p. LI.

[4] La Noche, edición del 12 de agosto de 1936.

[5] Entrevista a Carmen Royo Roca (Caspe, 22-10-2019).

[6] El periplo de Ana María M. Sagi entre agosto de 1936 y el mismo mes un año más tarde, en las páginas LI-LV de La voz sola.

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