La ruta que hoy os propongo sin movernos del término de Caspe es circular y puede hacerse sin mucha dificultad, en bicicleta o incluso andando. Merece la pena recorrerla para contemplar cinco potentes torres (ya sabéis, edificios rurales con el tejado a dos aguas) además de la Cruz del Capellán y una «fresquera», lugar donde antiguamente se conservaban los alimentos frescos.
Partiendo de la Cruz del Capellán (tras la destrucción de la primitiva esta que hoy vemos data de 1950: bajo mecenazgo de la familia Miravete, su autor fue Francisco Arbonés) continuamos camino arriba, cruzamos la acequia principal una primera vez hasta llegar a la altura de un cruce que nos indica «granja de Gálvez».
Traspasamos de nuevo la acequia y dejaremos a nuestra izquierda una torre de unas dimensiones impresionantes, donde, según la tradición, se depositaban los diezmos para la Orden de San Juan.
Siguiendo el camino pasaremos junto a la «Torre Alta» parcialmente restaurada, y si tras ella hacemos un brusco giro a la izquierda llegaremos a la fresquera que os muestro en la foto.
Poco más abajo, junto al camino, vemos una nueva torre que aunque muy modificada presenta unos curiosos arcos ciegos en su fachada lateral.
La sexta imagen sería la torre que desde ese mismo punto vemos a la derecha, también modificada pero de buenas dimensiones.
La última parada que os propongo es la «Torre de los Frailes», todavía imponente a pesar de su estado ruinoso.
Siguiendo el camino volveréis hasta la Cruz del Capellán, donde una inscripción reza algo así como: «Detente caminante un momento/lleva hasta mis brazos la mirada/ yo soy frescor en boca de sediento/ y bálsamo en las almas laceradas» Muñoz de Miravete».