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Historia contemporánea

La Antigua Harinera: un edificio con mucha historia

Publicado en El Agitador el 30-5-2012

Alfonso y Matea compraron unos viejos edificios a las afueras de Caspe. La idea era poder utilizarlos como almacén de todo tipo de materiales necesarios en su oficio, la fontanería. Y sucedió que, con las primeras lluvias, descubrieron que los tejados necesitaban más mejoras de las que en un principio parecía. El problema era que arreglar todo aquello no iba a ser moco de pavo. La decisión no era fácil. Podían invertir una buena suma en reparar los cielos de un conjunto que era poco más que una ruina, o bien dejar que todo aquello siguiera haciendo aguas y deteriorándose más y más.

Pero había una tercera vía, otra posibilidad muchísimo más arriesgada. Para ello era necesario mirar el edificio con otros ojos e imaginarlo desde otra perspectiva muy diferente. Nada que ver con un almacén de cacharros de fontanería. Era una decisión arriesgada, costosa y compleja porque ellos poco sabían de la piscina a la que estaban dispuestos a lanzarse. El camino no iba a ser fácil (y como luego se demostraría, no lo fue) y ellos ya no eran unos muchachos como para meterse en semejante berenjenal. Pero lo hicieron. Asesorados por unos tipos de Almudévar a los que solo conocían por buenas referencias (La Cocina de José Fernández), muy pronto se convencieron de que El Molino Alto, La Antigua Harinera, podría convertirse en un magnífico lugar para todo tipo de celebraciones. No habría nada igual en muchos kilómetros a la redonda. Y así, con esfuerzo e ilusión, hace ahora un año que nació un complejo de primerísima categoría en Caspe.

La Antigua Harinera no necesita que la agasajen. Todo aquel que se haya acercado hasta ella habrá comprobado que sobran todo tipo de loas hacia el complejo. Es evidente que la intervención fue muy acertada. Pero quizá no todo el mundo sepa es que, La Harinera, antes llamada El Molino Alto, es un lugar con mucha historia. Y eso es lo que hoy vamos a hacer, conocer algo más sobre el pasado de la finca caspolina.

La datación del edificio es incierta, si bien varias pistas indican que su construcción podría haberse producido en época medieval. Lo cierto es que los primeros molinos harineros de los que se tienen referencia en Caspe son el Alto y Bajo, al otro lado del río Guadalope, en el llamado Rimer de Allá.  Hasta la Desamortización, el Molino Alto perteneció a la Orden de San Juan de Jerusalén. Así lo narra Cacho y Tiestos:

 «(…) tiene la población dos molinos harineros propios de la Junta de regantes y dos fábricas de harinas levantadas sobre los dos molinos antiguos que fueron del Bayliage (…)”

La primera prueba gráfica del Molino Alto podemos verla en uno de los planos más antiguos que se conserva sobre Caspe, datado en 1803. El Molino tiene desde tiempo muy antiguo derecho a una muela de agua que provenía de la acequia. Durante cinco días y medio a la semana el agua era de uso exclusivo. Sólo durante unas pocas horas detenía su producción permitiendo el riego a los campos del contorno (Rimer de Allá).

En la parte inferior de la imagen se lee «Molino Arinero»

Pocos años después, en el año 1862, el edificio sufrió algunas reformas. Así lo narra Doñelfa en sus Anales:

«Don Manuel Comas, natural y vecino de Caspe, persona muy ilustrada, se asoció con varios individuos ricos de otras poblaciones, con el fin de construir dos fábricas de harinas en los molinos llamados Alto y Bajo, sobre la acequia vieja de Rimer de Allá. En ellas establecieron turbinas y los demás adelantos de la industria harinera de aquel tiempo. Por algunos años pudimos leer el rótulo, que en ambas decía: «Manuel Comas y Compª. – Año 1862».

Otros propietarios conocidos fueron un francés llamado La Roudé y más tarde D. Casimiro Juseu, de Barbastro. Ya en el siglo XX fueron sus dueños D. Teodoro Paracuellos, abogado caspolino y D. Antonio Gaudó, de Valderrobres.

Después el señor Gaudó se asoció con otro forastero de apellido Sancho y fue entonces cuando se cambió la maquinaria antigua por otra moderna de cilindros, que costó unos dieciocho mil duros instalándose entonces un motor eléctrico. Traspasaron más tarde las dos fábricas (Molinos Alto y Bajo) a dos señores de Barcelona apellidados Salvador y Sendra. Bonal anotó en el Bosquejo Geográfico de principios del siglo XX:

«En tiempos muy remotos construyeron sus habitantes una presa (…) y al propio tiempo dos acequias (…) sirviendo la que recorre la vega de la derecha, para mover a su paso las turbinas de dos molinos harineros, uno de los cuales en este año ha sido convertido en una preciosa fábrica montada con arreglo a los últimos adelantos e impulsados sus aparatos por energías eléctricas que le cede la Electra de Caspe».

«(…) En la orilla derecha del río Guadalope existían dos antiguos molinos de harina que gozaban en todo tiempo del privilegio de ser suya el agua que discurriera por el río a entrar en el término de Caspe como no pasara de 280 litros de agua por segundo. Los dos han sido convertidos en preciosas fábricas del sistema de cilindros que están montadas con arreglo a todos los adelantos modernos y que son movidas por la electricidad».

En la imagen, el salón antes de la intervención

En 1936, al estallar el conflicto, el Molino pertenecía a los hermanos La Almolda. Durante la Guerra Civil fue residencia de varias compañías de militares. Los más viejos del lugar recuerdan cómo el Batallón Komsomol, formado en Caspe, hizo la instrucción en el edificio en 1937. Lo que ahora es el comedor principal, fue durante la guerra taller y garaje. Afectado por los bombardeos, fue reedificado después del conflicto y volvió a estar en uso hasta los años 70. Los hermanos Clavería fueron los penúltimos propietarios.

Así que ya saben, la próxima vez que acudan a La Antigua Harinera, parafraséen a Napoleón y piense que varios siglos de la historia de Caspe, les contemplan.

La Antigua Harinera antes …

 …y ahora:

Ha colaborado en la elaboración de este artículo el equipo de redacción de 4e.

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