Hoy me he citado telefónicamente con el cómico Manolo Royo. Para los caspolinos es nuestro cómico (es caspolino de nacimiento), aunque él se presenta como «el cómico de todos». Días atrás concertamos la entrevista y acordamos que sería más bien una conversación entre amiguetes, que hablaríamos de todo pero sin extendernos demasiado, porque repasar su infancia en Caspe y, sobre todo, su trayectoria profesional, daría como para escribir un libro. Pero inevitablemente, comenzamos nuestra conversación hablando del fiasco de la primera gala de El Pueblo Más Divertido.
Le transmito mis impresiones que son incluso peores que las del público en general por haber estado implicado en el tema. Le cuento que al principio la idea no pintaba mal: promocionar Caspe a coste cero en base a sus múltiples actividades divertidas/entretenidas que se realizan a lo largo del año. Sin embargo, el producto final ha resultado un peñazo. ¿Mejorará en la siguiente gala? Soy poco optimista. Pero en fin, arriesgarse tiene estas cosas, puedes ganar o perder. Y en este caso no me refiero a ganar o perder el concurso, sino a dar una buena imagen del lugar en el que vives.
Durante la conversación hablamos sobre que estas cosas pasan. Te compras una lavadora que parece muy buena en el catálogo, y te acaba saliendo regulera. O pero aún, inviertes los ahorros de tu vida en un piso, y lo acabas aborreciendo porque tiene goteras o porque los vecinos te amargan la vida. Manolo, que de esto sabe mucho y no tiene pelos en la lengua, habla respecto al tema (y me dice que lo publique tal cual):
Mira, esto es como la vida misma. A nosotros los cómicos nos ofrecen todo tipo de trabajos, y aunque de primeras parezcan buenos proyectos, unas veces aciertas y otras fallas. Cuando llegas a una cierta latitud artística, es más importante saber decir no, que decir sí. Por ejemplo, me han llamado varias veces de “La granja de los famosos” o de “Supervivientes” y he dicho no. Te quiero decir con esto que si se hubiese visto claro desde el principio, todos, yo el primero, hubiéramos dicho no. Pero ya ves que no fue el caso, los mejores cómicos del país están en el proyecto. A mí, cuando me ofrecieron participar en un programa en el que voy a defender a mi pueblo, y además el mecanismo del programa que parecía bueno…pues adelante. En teoría el programa era algo como el Gran Prix, pero en el que se le daba más protagonismo a las gentes del pueblo, para que hicieran reír con lo que sabían hacer. No se trataba de reírse de nadie. Insisto en que a mí cuando me lo ofrecieron me pareció digno. Y tengo que decir que lo hice encantado.
Entonces, Manolo, ¿Qué es lo que crees que ha fallado?
Pues que las cosas no siempre salen como las tienes previstas. El resultado final es que pensábamos hacer, qué decir, “Ben Hur”, pero el guion y la dirección no han sido merecedores del Oscar. Pero eso no es cosa de los actores, ni de los figurantes, ni del decorado, en este caso los pueblos. Digo todo esto y digo también si me volvieran a llamar para hacer algo por mi pueblo lo volvería hacer.
Bueno, Manolo, vamos a cruzar los dedos y esperar que el programa del lunes quede mejor que la gala de presentación.
Sí, hombre, yo creo que sí.
Bien, ahora vamos a hablar de ti. Cuéntame cómo un tipo de la calle Rosario, un chaval que juega en la plaza de España, llega a cómico profesional. ¿Cómo empezaste a darte cuenta de que llevabas un verdadero cómico dentro?
Pues no sé, a través de una serie de circunstancias. A mí, desde pequeño me gustaba hacer reír a la gente. Una de las primeras anécdotas que recuerdo cuando era crío es que el maestro me preguntó en la escuela que quiénes eran los Reyes Católicos…y yo le dije que unos que iban mucho a misa. Y mis compañeros se rieron mucho, lo cual fue peor, porque eso te hace seguir soltando gracias, jajaja. Y ya fue un no parar. Años después, en la mili, hice una imitación del teniente que me costó un mes de calabozo por “suplantación de un mando del Ejército Español”. Fue buenísimo. Cogí el micro y el sargento se lo creyó; pero me pilló con el micro al venir a darme novedades y…
No voy a pedirte que me cuentes toda tu infancia, pero sí que selecciones los recuerdos más intensos que tienes de tu niñez en Caspe.
A ver déjame que piense…ya está. Me viene a la memoria la salida de la escuela, la visita diaria a mi abuelo que trabajaba en la botería de Valién, en la esquina de la calle Baja. Aún parece que lo veo, hinchando las botas a pulmón. Pobrecico, allí murió, trabajando, de un infarto por tanto hinchar botas.
Recordarás a algunos amigos, claro.
Desde luego. Y del que más me acuerdo es de José Samper, que ya murió, el pobre. Fuimos muy amigos, y eso que de críos nos pegábamos unas hostias…muchos años después, una de las veces que me invitaron a cazar al pueblo, me vi con él. No nos veíamos hacía un montón, pero me dijo una frase exactamente igual que cuando era crío: “¡Igual te casco dos hostias!”.
Vamos a hablar de los inicios de tu carrera. Comienzas en Zaragoza, ¿no?
Así es. Desde los 14 a los 18 años estuve trabajando de tornero a la vez que estudiaba. Trabajaba por el día y estudiaba en horario de tarde-noche. Hice la escuela industrial y después la maestría en la Escuela de Ingenieros. Y fue entonces cuando me saqué el carné de artista profesional. Era como enfrentarte al “Tú sí que vales”, pero teniendo como jurado al Sindicato Vertical del Espectáculo, que eran quienes te daban el carné. Y sin él no podías actuar.
¿Cómo fue la experiencia del examen?
Pues mira, la prueba se hacía en la Sala Oasis. Eran las 12 de la mañana o por ahí; nos citaron a una lista de artistas de todo tipo: músicos, bailarines, cómicos…y según nos nombraban salíamos. Actuábamos delante de un jurado que cuando terminabas te decían apto o no apto. Así de sencillo. Si no aprobabas, pues volvías en la siguiente convocatoria.
Y empiezas con los míticos Hermanos Tonetti.
No, antes estuve en la cadena COPE, en un programa que se llamaba “La embajada de la alegría”. Fue después cuando pedí a a los Hermanos Tonetti una oportunidad; me la dieron, y al terminar mi actuación me dieron mil pesetas y me dijeron: Mañana tenemos dos funciones y… hasta hoy. Trabajé con los Tonetti en el Circo Atlas, haciendo dos intervenciones en cada una de las funciones. Si no recuerdo mal eran las Fiestas del Pilar del año 1969. Tengo muy buen recuerdo de ellos. Cuando se fueron de Zaragoza me dijeron que si quería, con ellos siempre tendría trabajo. Y siempre los tuve presente. Era una especie de seguro de vida. Tonetti fue mi padre artístico; muy a menudo nos llamábamos y solía darme consejos. Me decía después de haberme visto en la tele en “Noche de fiesta” lo que más le había gustado de mi actuación o lo que no tanto.
Y, en tu casa. ¿Cómo se tomaron eso de que fueras a ser cómico profesional?
Pues no se lo tomaron en serio. Para nada.
¿Fue un problema?
La verdad es que sí. Y yo entiendo que no es fácil asimilarlo.
Pero bueno, pronto la cosa fue en serio porque después del Circo Atlas comenzaste a recorrer España entera. ¿Cómo fue aquella etapa? ¿Múltiples viajes? ¿Estancias cortas?
Bueno, no exactamente. Entonces lo que hacíamos eran 10 o 12 contratos al año. Barcelona, Valencia, Granada, Pamplona…más o menos, un mes en cada ciudad. Y así iba pasando el año, entre cabarets, teatros y salas de fiesta.
Hasta que llegó el “Thas pasao”.
Ostras sí, de esa canción aún me acuerdo yo, porque sonó durante mucho tiempo. La recuerdo perfectamente…
Aquello fue la leche, todo el mundo se la sabía. “Thas pasao” fue superventas, compartiendo espacio con “Linda”, de Miguel Bosé, imagínate.
¿Quién la compuso?
Julio Seijas. La grabamos en 1977 y al poco le hizo gracia a José María Iñigo, con lo que se me presentó la oportunidad de mi vida para actuar en directo en su programa “Martes Fiesta”. Recuerdo que se preparó la actuación al detalle: él me dijo que le contara los chistes que después iba a soltar en plató, era como una especie de “censura”. Teníamos 10 minutos para todo, chistes y canción, pero luego, el día de la actuación resultó que Mari Trin se puso mala y no pudo ir, así que además de mi tiempo me dieron también el de Mari Trini, con lo que tuve que hacer 23 minutos de show. Y me salió bordao, tanto que aquello lo cambió todo.
¿En qué sentido te cambia la fama?
Pues que empiezan a llamarte de todos los sitios. La Televisión es la leche. Desde aquel “Martes Fiesta” todo fue trabajar y trabajar sin parar.
Y lógicamente también se nota en el caché.
Sí claro.
Por lo que he leído fueron unos años muy intensos para ti. Te convertiste en una de las principales referencias del humor nacional, primero en Barcelona y después en Madrid, en salas como la Xénon, Windsor y Cleofás…incluso te atreviste con la Zarzuela con el espectáculo “La Corte del Faraón”. Hasta que a principios de los 80 llegó el 1, 2, 3.
Sí, creo que debuté en la temporada 1983-1984 y continué durante tres o cuatro temporadas.
De las que imagino guardarás buenos recuerdos.
Por supuesto. A pesar de que las galas eran interminables y el ritmo de trabajo era otro muy distinto al que estaba acostumbrado. Trabajabas, en lugar de los 30 días del mes, solo 10 o 12.
Porque no solo actuabas en el 1, 2, 3.
No, lo iba alternando con otras cosas. Lo que sí dejé fueron las salas de fiesta.
Entonces hacía galas en escenarios más grandes, como plazas de toros, grandes teatros…
Me acuerdo bien de aquella frase que hiciste famosa, en el 1, 2, 3, el “No-pasa-nada”
Sí, sí, aquello fue la pera. Y tú como eras un crío no te darías cuenta, pero con el cachondeo del “No-pasa-nada” metí una crítica social de cojones, en plan: “Que los señores diputados se duermen en el congreso, no pasa nada”. Es que esto de los personajes da mucho juego. Con el de la boina también decía hacía unas críticas que eran una verdadera barbarie.
Ahora eres Manolo, aunque lo cierto es que la gente te sigue conociendo como Manolito Royo. ¿Por qué el cambio y en qué momento dejas de ser Manolito y te conviertes en Manolo?
Pues concretamente fue Manolito hasta el año 1987. A partir del nacimiento de mi hijo ya dije que se había acabado lo de Manolito y desde entonces soy Manolo Royo. Ahora, que el día que sea abuelo seré Don Manuel, jejeje.
Salas de fiesta, televisión, teatros de toda España…pero hay otras facetas de Manolo Royo menos conocidas, como tu vena literaria o tus actuaciones en el extranjero.
Pues ya ves, a lo tonto a lo tonto he publicado 15 libros y con prólogos de gente tan conocida como Camilo José Cela o Forges. Y sobre lo otro que me preguntas pues he trabajado en 44 países, cruzando el charco muchas veces. Incluso actué en la capital de Alaska. Ese es un camino que hemos recorrido muchos artistas españoles de varios géneros, y gente tan sensacional como Manolo Escobar. Y la verdad es que para los emigrantes españoles se trabaja muy a gusto. El programa “Españoles por el mundo” está muy bien, pero si hicieran uno de cómicos por el mundo también sería un programa de puta madre…
Seguimos hablando del Manolo polifacético. Incluso has hecho cine y también pintas ¡Eres un artista integral!
Pues fíjate, el otro día gané un premio de pintura en Pozuelo, y no por ser Manolo Royo, porque el concurso era a sobre cerrado, ¿eh?.
Pues no sé, pero el día que gané el premio, un escritor me dijo que yo era un artista renacentista. Me dijo “tú escribes, pintas, actúas…varias facetas dentro del arte”. Coño, me hizo pensar.
Bueno, y qué preparas para las próximas fechas, cuándo te podremos ver sobre el escenario.
Pues por ejemplo estaré del 3 al 13 de octubre actuando durante las Fiestas del Pilar, con “Destornillante”. Ahora comienza la temporada fuerte, porque de junio a octubre es cuanto más se trabaja.
¿Y en invierno poca cosa?
Bueno, hay menos trabajo pero tampoco paras. Este invierno estuve hasta mitad de enero en Madrid y después a seguir de bolos.
Pues nada Manolo, acabamos ya. Para cerrar la entrevista, y como hacemos siempre con nuestros entrevistados, te voy a pedir que nos hagas tres recomendaciones: Un libro, una peli, y un disco:
Libro: El Club del Monologuista, del que soy autor y esta semana he firmado ejemplares la Feria del libro. Peli: Memorias de África. Disco: el último de Sergio Dalma.
Publicado en El Agitador el 13-6-2014
Una respuesta a «Manolo Royo: «Fui Manolito hasta que nació mi hijo, ahora soy Manolo y cuando sea abuelo seré don Manuel»»
Qué grande Manolo… yo lo vi en directo una vez que vino a mi pueblo y no recuerdo actuación más graciosa que esa en mi vida. Luego, años después me convertí en cómico y valoro mucho lo difícil que es triunfar en una plaza de pueblo en fiestas de verano. Es muy complicado y siempre recuerdo cómo lo conseguía Manolito…
En mi web http://www.jesusmanzano.com también tengo un blog sobre comedia.
Saludos!