Más allá del asfalto, el trayecto Caspe-Fabara o Fabara Caspe esconde algunos rincones que consiguen captar la atención de ciclistas, cazadores, moteros, agricultores e intrépidos viajeros. Si vamos de un pueblo a otro por caminos no solo ahorraremos hasta siete kilómetros de trayecto, sino que descubriremos algunos hitos curiosos así como también parajes no exentos de buenas vistas.
Una de las vías más transitadas para conectar ambas poblaciones es el camino de la Ifesa, el cual sale de la Ciudad del Compromiso por Rimer, cruza el Guadalope y sube de manera tendida hacia la zona que los mapas llaman sierra de Caspe. Antes de cruzar la línea divisoria entre ambas localidades, la ruta pasa junto a dos vértices geodésicos que merecen la pena ser visitados por las vistas que pueden contemplarse desde ellos, Ifesa y Atalaya.
Cuando ya pisamos término de Fabara, un desvío a la derecha enlaza con el camino Jacobeo. Si nos fijamos bien, a nuestra izquierda se encuentra este pintoresco pozo, un depósito para almacenaje de agua en el que se mezclan elementos constructivos modernos con otros mucho más tradicionales.
Otra de las opciones es recorrer el trayecto entre los dos municipios por el camino Jacobeo, el cual deja Caspe por la Val de Fabara.
En esta ruta destaca un aprisco de grandes dimensiones junto al camino. Se trata de un lugar en el que tanto hombres como ganado encontraban refugio. En su interior son evidentes las marcas producidas por el humo.
Tanto el camino que sube de la Ifesa como el que viene por el Jacobeo, concluyen en el mismo lugar, la sierra de Caspe, en la que se disfrutan de unas vistas que merecen la pena.
Desde Caspe, los otros itinerarios principales para llegar a Fabara serían el camino de la Trapa y el de la Val de l´Espartell. Hablaremos de ellos en próximos reportajes.