En la pasada primavera, varios ciudadanos colaboramos con el Ayuntamiento de Caspe a propósito de la inauguración del memorial a los deportados. Nuestro objetivo era aportar algunos datos sobre los 13 hijos de Caspe que pasaron por los campos nazis.
En la mayoría de los casos pudimos hablar con las familias y fuimos capaces de saber algo sobre ellos. Supimos a grandes rasgos quiénes fueron. Pero con algunas de las identidades no hubo tanta suerte. Así ocurrió con José Pina Catalán; apenas logramos referencias sobre él más allá de que había sobrevivido a los campos gracias a su pericia como mecánico.
Transcurrido un tiempo, los datos han ido llegando, en especial gracias al trabajo de una francesa con sangre caspolina, Christine Segura Zabay. Gracias a su ayuda -y contando también con la colaboración de la familia de Pina- sabemos quién fue nuestro protagonista.
Manuel Pina Royo y Ángela Catalán Cortés fueron los padres de José, nacido en Caspe el 2 de octubre de 1906. Tres décadas más tarde (junio de 1934) contrajo matrimonio con Carmen Fillola Francín, y un año después nació su único hijo, José Pina Fillola, quien llegó al mundo el 27-3-1935.
Quienes recuerdan a José Pina Catalán aseguran que era un tipo muy listo, buen mecánico (tío de Sebastián y Jesús Pina Secanella, de Mecánica General Pina).
La historia de José Pina es una consecución de dramas: Manuel, padre de nuestro protagonista, fue fusilado en Torrero el 31 de octubre de 1938 tras ser condenado por un tribunal militar franquista. Poco después José pasaba a Francia (12 de febrero de 1939) y pronto sería recluido en el campo de Septfonds. Se alistó en el ejército francés, cayendo prisionero en Normandía durante la primavera de 1940. Tras ser encerrado en el Stalag V-D (Estrasburgo), fue deportado a Mauthausen el 13 de diciembre de 1940. Tres años después (julio de 1943) fue trasladado a Gusen (en ese momento, a Pina se le adjudicó la matrícula 49.019, dato que conocemos gracias a Juan Crespo, estudioso de las matriculaciones de Gusen).
La destreza de Pina le permitió resistir: trabajó como mecánico en los subterráneos de Gusen, donde se ensamblaban piezas del novedoso avión a reacción Me-262. Cuatro años y cinco meses después salió por donde había entrado. Lo que José no podía saber es que aunque logró sobrevivir al internamiento nazi, las secuelas de la estancia le acabarían costando la vida: su nuera asegura que la escasez sufrida al otro lado de las alambradas le empujó a comer demasiado una vez recuperada la libertad. Su organismo enfermó por aquel mal silencioso.
En 1949, después de superar un sinfín de obstáculos burocráticos, Carmen y su joven hijo José -ya tenía 15 años- pudieron cruzar la frontera francesa y recuperar la vida que dos guerras les habían robado. Los Pina Fillola se afincaron en Chauffailles, en el departamento de Saône et Loire. José Pina Fillola, Pepito, quien visitó Caspe en muchas ocasiones tras instalarse en Francia, se casó con una ciudadana francesa, Madeleine Chatail. Pepito murió en 1998 en Chauffailles, el mismo lugar en el que lo haría su madre siete años después.
El protagonista de esta historia, José Pina Catalán, nunca volvió a Caspe. Aunque sabemos que en el cementerio local fue enterrada una persona llamada exactamente igual (fallecida en 1963) no era él, pues José Pina Catalán, el superviviente de Mauthausen y de Gusen, falleció el 22 de julio de 1965 por un problema cardiaco derivado de su sobrealimentación tras salir de los campos.
El tesón de Christine Segura Zabay ha permitido reconstruir gran parte de la historia de José. Cuando ella recibió los últimos documentos, supo que, mientras José Catalán moría, exactamente el mismo día, ella llegaba al mundo. A veces, todo parece haber sido escrito.
Los datos familiares sobre José Pina los aportan, además de su nuera, sus sobrinos, Susana, Mari Carmen y Manuel. La documentación ha sido facilitada por Christine Segura Zabay.