Un viejo libro de la iglesia parroquial contaba que, tal día como hoy, pero del año 1840, Manuel de la Rica, gobernador y vicario general del arzobispado de Zaragoza, accedió a que se bendijera la capilla de la partida de Miraflores. La comisión del vicario se puso en práctica el 8 de noviembre siguiente, dedicando la capilla a la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Así lo dejó por escrito el cronista local Luis Doñelfa, si bien en la clave del arco de la ermita leemos «I Nob», por lo que interpretamos que la fecha 1 de noviembre pudo ser, en realidad, la de la inauguración.
Hoy en día la ermita (¿de Miraflores o de Percuñar?) no es más que una ruina situada en lo alto de una loma que puede divisarse cuando vamos hacia la huerta. De no actuar para preservar sus restos, es más que probable que antes o después algún desaprensivo expolie el arco de la entrada.







