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Dieciséis leguas a Zaragoza

Por Nicolás Bordonaba Benito

«El hombre es un animal histórico con un profundo sentido de su propio pasado, y si no puede integrar ese pasado por medio de una historia explícita y cierta, lo hará a través de una implícita y falsa». Geoffrey Barraclough.

DICEN QUE CASPE fue fundada por Túbal, quinto hijo de Jafet y nieto de Noe. No opinaba así Juan Fernández de Heredia. El castellán de Amposta, conjunción perfecta de cálamo y espada, nunca planteó que su pueblo natal, Munébrega, o incluso Caspe, la villa de señorío que abrazaba su Bailío, tuviesen relación alguna en su proceso de fundación con ningún personaje bíblico. Acostumbrado a vivaquear en agrestes fronteras, físicas, la guerra contra los turcos en el Mediterráneo oriental, e intelectuales, el Cisma de Occidente, nunca mostró demasiado interés por el mito de Túbal y mucho menos por que semejante leyenda salpicase su zona de confort.

Imagen de Juan Fernández de Heredia en la Grant Crónica de Espanya

Empedernido coleccionista de libros, los atesoró con el fin de conformar una selecta biblioteca. Además, en Aviñón, tras su liberación a manos de los turcos, dirigió una ingente labor de traducción y compilación de textos griegos y latinos que alimentaron aún más su colección. Precisamente allí se gesta la Grant Crónica de Espanya, significativo intento de globalización de la Historia de España, que fue muy del agrado de Pedro VI y del príncipe Juan. En la obra se alude a Túbal, pero, según el cronista, no fue él, precisamente, quien colonizó la Península Ibérica, sino un descendiente suyo, Defalleo, que llegó de Italia, con sus parientes y amigos, convirtiéndose en el primer Rey y Señor de estas tierras hasta la llegada de Gerión.

Aunque su biblioteca estaba al servicio de la Corte aragonesa, es sabido que guardaba algunas obras con más celo, precisamente en el archivo-biblioteca de Caspe. Eso lo atestigua la correspondencia con Juan I, e incluso la visita de este monarca a la villa, el 27 de abril de 1391, para tomar prestada una de sus obras, que gentilmente puso en sus manos el diligente fray García.

 «Maestro caro amigo: sepades que nos huy dada de la present somos arribados aquí en la villa de Casp, e de continent que en aquella fuemos puyemos al Castiello e entremos al archiyo de vuestros libros contra voluntad e quererde fray Garcia, quia aquelí tiene per vos. E reconoscidos los livros de aquelí, trobemos ni uno clamado o intitulado Vigencius de re militan, el qual puvendo nos de nuestros bienes como de amigo special, portal que no la haviamos, havemos lo saccado del dicto archiu e levado con nos e assi fazemos vos saber por tal que no hoyades mal querien~a al dito Garcia por la dita razón».

El Maestro de la orden de San Juan de Jerusalén muere en Aviñón, pero conmina a sus deudos a que lo sepulten, entre sus libros y documentos, en Caspe. Aquí quiso esperar, por motivos que se nos escapan, la Parusía.

En 1383 el Príncipe, Juan I, pide a Heredia mediante una misiva, el préstamo del códice “De Bello Judaico”, redactado por Flavio Josefo. Este autor, muy apreciado por el hospitalario, es además el responsable del mito de “raíz veterotestamentaria”del que ahora nos iremos ocupando.

Primer episodio. “El origen”

Debió ser por septiembre, a mediados, con los higos blancos ya en sazón, en la Roma de Vespasiano, donde Flavio Josefo, el judío, tras una serie de avatares, descubrió su tardía vocación de historiador y a través de ella la posibilidad de “blanquear” la historia de Roma y por descontado la de los judíos, sus correligionarios.

Y en esas estaba cuando, pergeñando su obra “Antigüedades judías”, se le ocurrió “retorcer” ciertas aseveraciones de Isaías recogidas en el Genesis y, a resultas de ello, señalar a Túbal como colonizador de Iberia y a los iberos como sus descendientes.

Josefo llega a esta conclusión al interpretar que la Divinidad, iracunda frente a la inconclusa torre de Babel, dispersa a los nietos de Noe con la misión de colonizar el Orbe; de hecho, a Túbal lo dirige hacia el ocaso, a la Iberia del sur del Cáucaso, en la actual Georgia.

La leyenda brotó en Roma, durante el siglo primero de nuestra Era, de la mano de un pro-hombre judío, Josefo, cuya existencia nos recuerda al Ben-Hur de Lewis Wallace, aquel tipo marmóreo que inmortalizó Charlton Heston.

Este fariseo, que se enfrentó a las legiones de Roma en el 67, obedeciendo las instrucciones del Sanedrín, tras encarnizada lucha hubo de rendirse a Vespasiano quien, ya siendo Emperador, en el 69 lo redimió, liberó y concedió la ciudadanía romana.

Inmediatamente, como pago de aquellos favores, el ahora reconocido como Flavio Josefo, decidió, cómodamente instalado en una villa propiedad del Emperador, mientras se relamía con una cuantiosa pensión, convertirse en un “historiador impreciso”.

Flavio Josefo

Segundo episodio. “El salto”

Los abejarucos, viñaruelos, anidan en colonias aprovechando los taludes de arcilla de las terrazas del Ebro. Llegan desde África como tantas otras realidades, en una migración multicolor, multirracial y eterna. La secta cristiana “perseguida” hasta el 315, en el 381 abandona su condición de “tolerada” y pasa a ser “perseguidora”.

Los seguidores del nazareno, siempre camaleónicos, que han utilizado las basílicas, edificios civiles y públicos como sus Templos, en el siglo IV ya se han abierto paso en el espectro religioso romano: han descabezado a los acólitos de Mitra, acusándolos de sodomitas y devoradores de niños, han minimizado los efectos del gobierno del Emperador Juliano y, a la sombra de un domesticado Teodosio, están en condiciones de arrinconar definitivamente el orden pagano.

En esos gloriosos días, Jerónimo, inmortalizado como famélico penitente por Caravaggio, autor de la “Vulgata”, la Biblia escrita en latín, retoma los comentarios de Flavio Josefo sobre las andanzas de Túbal, pero se permite “una licencia”, varía la localización y “lo pasea” por Europa, por Hispania e Italia.

Sea como fuere, licencia o grave error geográfico, tres siglos después de su alumbramiento, el mito, de la mano del “penitente”, salta de Asia a Europa y del ámbito judío al cristiano.

Tercer episodio. “La herencia”

La España Visigoda se antojaba imposible de construir, el reino se escurría como el agua en una cesta y la convivencia entre hispano-romanos y godos era tensa.

En el plano religioso, el arrianismo comprometía el dogma de la Trinidad y la unidad de los cristianos; en el político, la nobleza no daba el sosiego mínimo requerido para la construcción de un Orden Nacional, siempre había un noble “con mejor derecho” que el rey, de modo que “la puerta” al veneno y los puñales siempre estaba abierta.

En esta coyuntura, quebradiza, esos “apuntes» sobre el Génesis se convierten en un arma política para el hábil Isidoro de Sevilla.

Hacia el 630, en su obra “Etimologías”, escribe:

“Thúbal, a quo Iberi, qui et Hispani…”.

El arzobispo está afirmando que Túbal es, desde un punto de vista biológico, el antepasado común de los iberos, a quienes también se les denomina hispanos. Unos párrafos más adelante asegura también que Magog, uno de los hermanos de Túbal, lo era a su vez de los godos.

¿Qué puede salir mal? Ambos grupos, hispanos y godos, pertenecen a la “estirpe más excelsa”, la de Noe y, por tanto, están abocados, más pronto que tarde, a fundirse en la añorada “Unidad en la Península”, que con tanto vigor defiende Isidoro.

Isidoro de Sevilla

Cuarto episodio. “El dogma”

Hacia el 700 el reino visigodo es un estado fallido, no caben más intrigas.

“Llegaron los sarracenos y nos molieron a palos, que Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos”. En la segunda década del siglo VIII se conforma Al- Ándalus, un emirato obediente a Damasco.

En “la Iberia de las tres culturas” la impronta intelectual de Isidoro se perpetúa; los cronistas hispanomusulmanes aceptan a Túbal como primer poblador de la península y autores cristianos de la talla del arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, “el Toledano”, insisten en ello.

En su obra “De rebus Hispaniae” la creencia sobre la venida de Túbal a España, asentada sobre la apresurada interpretación de un texto bíblico, adquiere la categoría de dogma histórico.

Así lo recalca y recoge, también, su aventajado alumno, Alfonso X en” Estoria de Espanna”.

“Túbal…el quinto hijo de Jafet y sus generaciones poblaron las Españas, según dice Isidoro y Jerónimo y otros con ellos. Otro tanto cuenta por si y por otros Don Rodrigo, el arzobispo de Toledo, de Túbal y de los suyos vinieron los españoles…

Estoria de Espanna, Genesis, LibroIII, CapituloIII.

Quinto episodio. “El ángel del Apocalipsis”

Distraído con los asuntos mediterráneos el Reino de Aragón sigue dando la espalda a Castilla, pero en el 1412 la “Sentencia de Caspe” da un golpe seco en el tablero del devenir histórico.

Las consecuencias del “Compromiso” fueron numerosas y bestiales: Se agotó la dinastía de Jaime I, los Trastámara se aposentaron en el Reino de Aragón, se zanjó el cisma de Occidente, el Marqués de Santillana se hizo con la biblioteca de Heredia y Vicente Ferrer empoderó a los Borja.

El “ángel del Apocalipsis” se convierte en el artífice del triunfo de los Borja en Roma, en cuarenta años dos Papas llevarán ese apellido y nacerán de la misma estirpe, en Xàtiva.

Alfonso de Borja (1378-1458) fue elegido Papa en 1453 con el nombre de Calixto III.  Rodrigo de Lançol y Borja (1431-1503) salió elegido Papa en 1492, bajo el nombre de Alejandro VI, los dos nacieron en Xàtiva y murieron en Roma.

Vicente Ferrer además de intervenir con éxito, para sus intereses, en la sucesión en Aragón y en la solución del Cisma, es un predicador apocalíptico que crea estilo. Sus sermones marcan el camino a otros predicadores que difunden una espiritualidad tremendista y visionaria, que raya los límites de la ortodoxia y desprecia el mínimo rigor histórico.

San Vicente Ferrer predicó “de fine mundi” en varias ocasiones a principios del siglo XV, llegó incluso a escribir desde Alcañiz, el 27 de julio de 1412, una carta a Benedicto XIII que aún hoy es un auténtico tratado sobre el Anticristo.

Vicente Ferrer

Sexto episodio. “La plaza del mundo”

Fernando, el maniquí de Maquiavelo, e Isabel, la reina del ajedrez, siguiendo la tradición de los Trastámara, ejercieron el mecenazgo en la Ciudad Eterna. Tenían el firme propósito de aislar a Francia y tampoco se conformaban siendo la original pareja de “Príncipes cruzados” que luchan en un extremo del Mundo, ansiaban mucho más, pretendían mostrarse como paradigma de la realeza renacentista y centro de la política europea.

Para lograr sus propósitos no repararon en gastos, mantenían embajadores permanentes ante la Curia, organizaban celebraciones litúrgico-festivas, financiaban una abultada producción literaria con fines propagandísticos, conservaban y reformaban edificios religiosos e incluso se embarcaban en la construcción de otros de nueva planta.

En el Janículo ordenaron levantar un precioso Tempietto, sobre la cripta (Martyrium), el lugar donde fue encarcelado y crucificado San Pedro. Recompensaban así la intercesión del beato Amadeo da Silva y Meneses en la concepción de un hijo varón, el Príncipe Juan, que nació en Sevilla en 1378. Cuando en 1502 Donato Bramante comenzó las obras de San Pietro in Montorio, Juan el “Príncipe que murió de amor” ya había fallecido en 1497.

1492 fue un año “redondo”. La conquista de Granada, la aventura oceánica y la satisfacción de saber que al frente de la Curia estaba Alejandro VI, un Borja, les proporcionaba una posición imbatible.

Los florines de oro aragoneses tintineaban en aquella “plaza del mundo”, como llamaba a Roma el rey Fernando, y el sonido atraía a legiones de aduladores como Annio di Viterbo. 

Giovanni Nanni, nació en la ciudad de Viterbo. Erudito y dominico, embaucó al Papa con sus profecías sobre el Apocalipsis. Más adelante, ganada su confianza y con los fondos que le proporciona el embajador de España ante la Curia, Garcilaso de la Vega, padre del poeta, publica en junio de 1498” Commentaria super opera auctorum diversorum de antiquitatibus loquentium; eiusdem chronographia etrusca et italica…”, por supuesto, con una amplia dedicatoria a los Reyes Católicos.

Los “Commentaria..” llevaban tiempo redactados, pero el dominico, que no quería perder la ocasión de entrar en “la nómina” de los monarcas españoles, en aproximadamente un mes, le añadió un nuevo texto adaptado a la ocasión,” De primis temporibus et quatuor ac viginti regibus Hispaniae et ejus antiquitate”.

Se trata de un libro referido a Hispania que demostraba la antigüedad de la monarquía española. En realidad, fue “la quimera” que le proporcionó la financiación, el aplauso y el prestigio, que tanto ansiaba.

Según el de Viterbo, basándose en “fuentes fidedignas”, como los innumerables textos y testimonios a los que alude el “caldeo Beroso”, Túbal, nieto de Noe, reinó entre nosotros 143 años después del Diluvio, es decir, 637 años antes de la fundación de Troya. Fue el primer monarca hispano y sus descendientes, los españoles, conocieron la escritura, la filosofía y las leyes mucho antes que lo hicieran los griegos. La propuesta era insuperable, la monarquía española, además de ser la más antigua del mundo, enraizaba con Noe.

Estar en el bando de Isabel y Fernando tenía recompensa, la obra se reprodujo muchas veces en Europa, sus aseveraciones se tomaron por ciertas y sus métodos por correctos. Pero el gusto por la fabulación abría en la historiografía un “capítulo sombrío”, que en España se conocerá como “la era de los falsos Cronicones”.

Una de estas Crónicas alambicadas y torticeras meterá a Caspe en el lio.

Séptimo episodio. “El valenciano”

Pere Antoni Beuter atesora muchas “virtudes”, nadie mejor que él para involucrar a la villa de Caspe en el mito.

Predicador de fuste, apocalíptico como Vicente Ferrer, amante y defensor de su tierra, muy bien relacionado con los últimos Borja y rendido seguidor de Annio de Viterbo, compone una Crónica dedicada fundamentalmente a su ciudad, escrita en valenciano, Primera part de la Historia de Valencia…, Valencia,1538. Que debido a su éxito se traduce al castellano, con ligeros retoques, imprimiéndose de ella varias ediciones, la última en 1604.

Merced a sus capacidades, no solo recrea la llegada de Túbal a Hispania, con interesantes descripciones y nuevas localizaciones, también, sin base histórica alguna, nos regala, en la misma obra, su inverosímil leyenda sobre el escudo de Aragón.

«Según he hallado escrito en unos quadernos de mano, diz que pidio el Conde Valeroso [Guifredo el Velloso] al Emperador Lois [Ludovico Pío] que le diesse armas que pudiesse traher en el escudo, que llevaba dorado sin ninguna divisa, y el Emperador viendo que habia sido en aquella batalla tan valeroso que con muchas llagas que recibiera, hiziera maravillas en armas, llegóse a él, y mojósele la mano derecha de la sangre que le salía al Conde, y passó los quatro dedos ansí ensangrentados encima del escudo dorado de alto abaxo, haziendo quatro rayas de sangre, y dixo, estas serán vuestras armas, Conde […]».

“Una historia que «merece colocarse entre los cuentos de caballería», según palabras del erudito catalán Joan Sans i Barutell, ya en el siglo pasado”.

” El escudo de Aragón”. Equipo de redacción. Dirección: Guillermo Fatás y Manuel Silva.

Además, casi sin proponérselo, se destapa como el primer arqueólogo. Beltrán Martínez. A. en “Investigaciones arqueológicas de Aragón “,1951, señala:

“La más antigua noticia de la historiografía arqueológica española corresponde a Aragón; es la cita del cronista regnícola Pedro Antonio Beuter, que habla de un hallazgo en Sariñena (Huesca): «poco debajo de tierra gran multitud de huesos grandes y de armas hechas de pedernal, a manera de medias espadas, y muchas calaveras atravesadas de aquellas piedras, como hierros de lanzas y saetas».

La noticia no ha podido ser completada por hallazgos en esta comarca sariñenense, de la orilla derecha del Isuela”.

“Primera Parte de la Crónica General de toda España y especialmente del Reino de Valencia. Donde se tratan los extraños acontecimientos desde el diluvio de Noe hasta los tiempos del rey Don Jaime de Aragón, que ganó Valencia…”. Compuesta por el Doctor, Pero Anton Beuter, Maestro en Sacra Teología. Impresa en Valencia en casa de, Pero Patricio Mey, junto a San Martí. 1604.

Libro I, Capítulo VI, Como llegó Túbal a España, y la descripción de ella….

“En la venida de Túbal a España, según el Beroso, corría el año 143 después del Diluvio. Quiso dar Noe a su nieto Túbal, por ser muy valeroso, este jardín de la naturaleza cercado en toda parte por mar, y cerrado de los montes que llamamos Pirineos, en la Tierra firme, donde se junta con Francia, lleno de todos los provechos y deleites que en todo el mundo se alaban…”

Libro I. Capítulo VII, De la población de Túbal, Tarragona y Sagunto y la venida de los iberos y sagas, y otras gentes, y como Noe visitó a Túbal….

“…las comarcas de los Pirineos fueron primero pobladas y después poco a poco se pobló desde allí las otras partes de España. Tarragona fue fundada por las mismas gentes de Túbal…

...Por estas mismas razones y semejantes rastros se piensa que entonces fueron fundadas Amposta, Caspe y Sagunto, que ahora llamamos Morvedre, y otras poblaciones que con los muchos siglos que han pasado de entonces hasta ahora, y las diversas fortunas, unas lo son del todo perdidas, sin poder hallar rastro de ellas, otras han mudado del todo los nombres, otras que por especiales casos han quedado escritos con algún vestigio, les sacan con mucho trabajo los curiosos, como les llamaron en aquel tiempo…

Para todo esto decimos que con Túbal vinieron, desde el principio, muchas compañías, incluso su familia…

Sabemos que vinieron de Armenia…

Vinieron también los que se llamaron Caspios, reteniendo el nombre del lugar donde vinieron, y de ellos queda hasta ahora la población de Caspe, perdidas las otras memorias de ellos.”

La afamada arca construida por el abuelo de Túbal

Pere Antoni sigue la línea argumental y el método de Annio, pero, llevado por su entusiasmo, no duda en ampliar el número de lugares que son fundación directa de Túbal, Amposta y Caspe entre otros. También utiliza, con destreza, la herramienta que tanto le gustaba al italiano, la filológica. Así, deduce que de los Caspios, por supuesto, y como no puede ser de otra manera, deriva Caspe, blanco y en botella.

Octavo episodio. “Siglo XVII”

Hilvanar la Historia con rumores, documentos inexistentes, inscripciones perdidas y rocambolescas similitudes gramaticales tuvo bastante éxito.

Los Cronistas, sin pudor, se copian unos de otros, se citan entre ellos y en esa vorágine, a cuenta de algún favor, deslizan aportaciones inéditas, que justifican en hallazgos fortuitos o en fuentes orales y materiales desaparecidas en su época.

A este carro, con facilidad, se suben casi todos los autores del momento, de entre ellos, Dº Martin Carrillo y Dº Rodrigo Méndez Silva citados por Mariano Valimaña.

D. Martin Carrillo.

Abad de Montearagón, (1615- 1630), es un autor fecundo, entre sus obras:” Elogios de las mujeres insignes del Antiguo y Nuevo Testamento” y “Anales y Memorias cronológicas …”.

En esta última, cuya primera impresión se realizó en Huesca en 1622, sigue el esquema de los cronistas del momento, copia al valenciano Beuter y vuelve a citarnos.

“Libro primero de los annales. Desde el principio del mundo hasta el nacimiento de Cristo, Señor nuestro. «

“Segunda edad del Mundo desde el diluvio hasta el nacimiento de Abraham es de 322 años.”

“Después de la división de las lenguas, el año 1800…, vino Túbal a España, y la habitó con su gente y familia, y fue el primer rey de ella, y reino 150 años…

El primer asiento que tomo Túbal en España fueron los Pirineos y de allí se extendió su gente por España…

También se dice que estas mismas gentes de Túbal fundaron Tarragona, Amposta, Caspe y Sagunto…”

D Rodrigo Méndez Silva.

Un falso cristiano, de profesión genealogista, que dibuja como nadie el estándar de noble católico español en la España de Carlos IV.  Un” marrano” que ofrece a las familias poderosas ficciones biográficas que las encumbran o bien que les apartan definitivamente del camino de la Inquisición.

Requerido y admirado, el portugués incluye en el “Cathalogo real genealogico de España”, impreso en Madrid, 1637, un soneto que le dedica Lope de Vega.

Quanto la antiguidad dexó esparcido.

En sueltas ojas que el suspiro leve

Del tiempo de una edad en otra mueve

Porque no sepa dellas el olvido….

Pero él mismo cayó en desgracia ante el Santo Oficio, sus poderosos amigos no pudieron evitar su proceso, tan solo les cupo organizar su fuga a Venecia.

Antes de sufrir los rigores impuestos por el tribunal inquisitorial, con sede en la Iglesia de San Pedro de Cuenca, el portugués redactó Población General de España...1645, una obra que nos incumbe pues nos dedica unos maravillosos renglones, que reconoce inspirados en Beuter.

Población General de España: sus trofeos, blasones y conquistas heroicas, descripciones agradables, grandezas notables…reales genealogías y catálogos de dignidades…”. Por Rodrigo Méndez Silva cronista destos reinos. Año 1675.

 Descripción del reino de Aragón. Villa de Caspe Capitulo XII.

“Dieciséis leguas a Zaragoza, a orillas del caudaloso Ebro, en sitio llano y apacible está puesta la antigua villa de Caspe, famosa por muchos títulos, con buenos muros y fuerte castillo, abundante de pan, vino, aceite, pescado, frutas, cazas, aves domésticas, particularmente celebrados capones, seda y azafrán. Habítanla mil vecinos, una parroquia, un convento de frailes dominicos. Haciendo por armas, en el escudo cuartelado, una cabeza de rey moro en lo alto de la mano derecha, a la izquierda las cuatro barras coloradas, en campo de oro, en los otros lo mismo, contrapuesto.

Fue fundada por el patriarca Túbal, años del mundo creado 1840, antes de la humana redención 2121. Después los edetones gente celtibera española la ampliaron mucho. Conquistola de los moros el Rey Alfonso II Aragonés, año 1168, que dio a la orden militar de San Juan. Aquí celebraron Cortes Generales el Justicia de Aragón, Regente y Gobernador, año 1412 donde quedo elegido Rey de la Corona D. Fernando Infante hijo de D. Juan Primero de Castilla”

“Prueva de lo referido…Beuter, lib I capitulo VII…”

Noveno episodio. “Epilogo”

“En Caspe el Sr Arpal halló casualmente en una gravera de Cauvaca, próxima a la ermita de San Bartolomé, correspondiente al parecer a la tercera terraza del Ebro, una pieza de sílex que amablemente me entregó y deposité en el museo de Zaragoza. La pieza es una auténtico prototipo de Bifaz amigdaloide, adscribible tipológicamente a un achelense genérico-musteriense de inicios de un paleolítico medio o finales del inferior, de unos 150.000/100.000 años de antigüedad.”

Manuel Pellicer Catalán relata certero y científico en “Panorama histórico-arqueológico de Caspe en el Bajo Aragón”, obra dedicada a los caspolinos residentes en la Ciudad y a los que emigraron, el hallazgo de un útil espectacular, considerado incluso como un elemento mágico, etc.

Pero, fuera de estas disquisiciones científicas, en tono jocoso y socarrón debió pensar:

“¡Vaya, Vaya!, ¡EL HACHA DE TUBAL!”.

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4 respuestas a «Dieciséis leguas a Zaragoza»

Genial. Erudito y divertido, felicidades. Y de refilón me entero de una novedad (para mi, al menos). Conocíamos la importancia de la biblioteca que Fernández de Heredia atesoró en Caspe y cómo llamaron a su puerta las manos reales para llevarse libros (que dudo devolvieran), pero nada sabía del destino «final» de aquellos estantes repletos de joyas encuadernadas. Nicolás nos regala una respuesta: acabaron en manos del marqués de Santillana. Querido amigo, te animo a que en alguna nueva colaboración en este blog nos cuentes lo que se sabe de aquella biblioteca de Fernández de Heredia, de cómo pasó a manos del marqués de Santillana y de lo que ocurrió después.

Apreciado Alberto, gracias por tu amabilidad y la valoración que haces sobre el artículo. La biblioteca de Heredia, he dado con autores que conocen su contenido, en Caspe, es sin duda la joya del convento. Además entiendo que llevó aparejada a ella amanuenses y otros oficios, no meores, del ámbito de los códices miniados. Con mucha paciencia sale un artículo próximo a la novela histórica.
Siempre un abrazo para tí y tu familia y un cariñoso recuerdo.

Me ha encantado, muy buen artículo, y secundo la propuesta de Alberto Serrano sobre el paradero de la biblioteca de Fernández de Heredia. Sería otro artículo de lujo para los que amamos la Historia en general, y la de Caspe en particular.

Hola Adrián, muchas gracias por la valoración del artículo.
Estoy de acuerdo en que el de la biblioteca es un tema muy interesante, pero también muy específico.
Ojalá me llegue más información o documentación para estudiarlo.
Un cordial saludo!

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