La instantánea que cabeza este artículo se tomó en la parte alta de la caspolina calle del Coso. El primer edificio de la derecha en el que aparece un portal desvencijado y a continuación cuatro portales idénticos es el antiguo Colegio de Santa Ana. En segundo plano, a la izquierda, las caballerías portan pertrechos de campaña. La cabeza de un soldado sobresale por encima de una de las acemilas. Tras ellos, la entrada del cantón que hoy accede al edificio de la Telefónica.
Los cascotes, tejas y demás restos -entre los escombros se adivina la forma de una alpargata- nos inducen a concluir que estamos ante una instantánea tomada a finales del invierno o quizá la primavera de 1938, cuando las tropas sublevadas tomaron Caspe. Por aquel entonces muchas de las calles de ciudad de Caspe, tras los fuertes bombardeos de semanas pasadas, se encontraba en el estado que apreciamos en la imagen.
Las protagonistas indiscutibles de la fotografía son las acompañantes de la señora enlutada: la niña y su muñeca. Ella la levanta de modo que quede inmortalizada.
La fotografía, con sus protagonistas sin identificar, circuló durante años por la red hasta que, a raíz de su publicación en El Agitador en marzo de 2014, Alfonso Gracia identificó a ambas: la señora enlutada se llamaba Manuela Sanz (apodada la Santeta). El nombre de la niña era Rosa Verdaguer Sanz (Rosita) y era hija de la primera. La fotografía, como puede apreciarse a simple vista, fue tomada antes de la guerra, cuando Rosita tendría apenas dos años.