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El mas de las siete puertas

Hoy viajamos hasta el extremo noroeste del término de Caspe. Nos encontramos muy cerca del punto de encuentro de los límites municipales de Sástago, Bujaraloz y Caspe. Allí, en Las Planas, a duras penas se conserva una edificación de esas que nos atraen por tener nombre propio: El Mas de las Siete Puertas.

Como ocurre con otros topónimos, la denominación y la realidad no se corresponden, pues como puede verse en la imagen superior las puertas que quedan son cinco (entendemos que el derrumbe del extremo izquierdo puede haberse llevado las dos que faltan). Y por otro lado, la construcción no es mas, sino torre (por el tejado a dos aguas).

Las dos vertientes se aprecian en la fachada norte, la cual presenta varios huecos

Los materiales utilizados son los típicos de la zona: sillarejo para la practica totalidad de la obra, sillares para jambas y dintel y morteros de cal para unir la mampostería formada por piedra caliza arenisca.

En la zona baja todavía pueden verse los restos de un hogar. La parte superior, como suele ser habitual, sería utilizada como pajar.

Las cruces grabadas en las jambas, otro elemento habitual en decenas de torres, también están presentes en una de las puertas.

Pero si por algo destaca esta edificación rural es por el paraje que le acoge. Desde la pequeña elevación en la que se encuentra el edificio puede contemplarse tanto Val de la Cruz como Las Planas. Un lugar en el que disfrutar del silencio, pues no hay ruidos más allá del lejano motor de los coches de que transitan por la A-230. Tampoco se rastrea vida al margen de la de los animales que ocultan su presencia ante nuestra visita (si hasta allí nos acercamos, no es improbable que veamos ciervos). En definitiva, junto al Mas de las Siete Puertas se disfruta de la belleza de lo inhóspito.

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