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Entrevista a Benito Gimeno. Segunda parte

Recopilemos, Benito. Me estabas contando que en la llamada noche de los cuchillos largos, aquel escrache que sufriste en tus propias carnes en julio de 1976, hubo otros motivos al margen de vuestra falta de apoyo como corporación hacia DEIBA. Sí. Cuando entré en el Ayuntamiento me hice cargo de la concejalía de agricultura. En aquellos momentos el cereal en Caspe era una de las alternativas fuertes que teníamos en agricultura, pero entre 15 familias en Caspe tenían el 55%, creo recordar, de la tierra propiedad del Ayuntamiento. A través de los favores que habían conseguido de corporaciones anteriores, distintas familias se habían apropiado de todas esas tierras. Eran arrendatarios pero pagaban una cantidad irrisoria. Pues una de mis ideas fue la de repartir esas tierras entre todos los agricultores.

Vuelve el Benito revolucionario. Eso es. Me sale esa vena en la que no estoy de acuerdo con el sistema. Convoco una reunión con todos los agricultores en el Ayuntamiento, y se da la circunstancia de que un amigo mío viene a verme porque tiene un grave problema personal. Si la reunión está convocada para las 7 de la tarde, mi amigo vino a mi casa llorando. Y aquí me tienes a mí intentando consolarle mientras tenía una reunión importante. Hice lo que pude y lo que no pude para intentar llegar a la hora. Mientras acompañaba a mi amigo a su casa, me crucé con un compañero de la Hermandad al que le dije que esperasen un cuarto de hora que enseguida acudía. Total, que llegué al Ayuntamiento como unos 20 minutos tarde. En  el salón había dos agricultores. El resto estaban en la plaza. Le digo a un guardia que por favor les dijese que subieran. Bajó, pero le dijeron que no subían. Estuve allí más de media hora hasta que volví a llamar al guardia para que les hiciera llamar. Pero no subieron.

Se entiende que no era un mosqueo por tu retraso. Allí había algo más de fondo. Claro, sabían que si esa reunión se celebraba, esas 1.500 hectáreas que tenían arrendadas habría que repartirlas para que tocaran unas 12 o 14 hectáreas cada uno de los agricultores de Caspe.

Es decir, que los agricultores que están en la plaza sin querer subir eran los beneficiarios de esos arrendamientos que procedían de corporaciones anteriores. Exacto.

Entonces, ¿quieres decir que este asunto tiene algo que ver con lo que luego pasará durante la noche de los cuchillos largos? El 80% de esos estarían meses después en mi puerta gritando.  Eran de derechas y de izquierdas, de todo. A la hora de… aquí no hay colores.

¿Y cómo acabó aquello? Ya no se repartieron las tierras. Y uno me dijo, “como lo intentes otra vez, igual te encuentras a alguien en una esquina”.

Bufff…vaya historia. Pero vamos a cambiar de tercio porque te quiero preguntar sobre muchas cosas todavía. Tenemos que hablar del Golpe de Estado del 81, aunque sé que ya no estabas metido en la vorágine política. No sé si es cierto pero circula una leyenda urbana en cuanto a que se hicieron listas de izquierdistas caspolinos, y que hubo gente de derechas que se fue a ofrecer al cuartel. ¿Qué sabes de todo esto? Te puedo contar poco, llegué del monte, estuve viendo la televisión y vi que cuando salió el rey, aquello ya se había acabado. No sé si se coció algo en Caspe, aunque sé que hubo gente que tenía el coche preparado para marchar y de hecho no durmió en Caspe esa noche. De todas maneras, yo estoy convencido de que aquello fue un movimiento muy bien preparado para revitalizar a la corona, que por entonces estaba desvirtuada, como la política. De hecho, a partir de entonces hemos tenido a un rey que ha sido el mejor embajador que hemos podido tener. En aquellos momentos estaba la cosa cogida con pinzas, y a partir de entonces…

Vamos ahora con las primeras elecciones. Como sabes, en las del 77 y las del 79, a nivel nacional las gana UCD holgadamente, aunque también hay un porcentaje de voto muy importante para el PSOE. Sin embargo, en Caspe no ocurre así. El PSOE logra casi el 50% de los votos en ambas y también en las locales de 1979, con José Besteiro en cabeza. Reflexiono en torno a este asunto y me resulta sorprendente que el PSOE, en un tiempo en el que todavía no había renunciado al marxismo, al menos no formalmente, obtenga un porcentaje tal alto aquí. Quizá tenga algo que ver la propia figura de Besteiro, un izquierdista contenido, profundamente católico. Es como si los 40 años de dictadura hubieran sido un paréntesis y la izquierda moderada, tan influyente en Caspe durante la II República, hubiera retomado las riendas del municipio. Aquí hay un poso de voto de izquierdas que se sigue manteniendo, porque en estos casi  40 años, la proporción ha sido muy similar. De cualquier modo, José Besteiro era un hombre pacífico, tranquilo, de no excesiva cultura pero que había hecho muchos favores desde el puesto que ocupaba, y fue capaz de aglutinar votos de gente que no era de izquierdas.

Con lo cual, tenemos que concluir que el nuestro es un pueblo de izquierdas pero con matices. Caspe es pueblo conservador de izquierdas. Cuando lo digo fuera de Caspe la gente se sorprende mucho, y por cierto, me hace mucho más caso la gente de fuera de mi pueblo que los de mi propio pueblo. Es un dato curioso.

¿A qué te refieres con eso? Es una izquierda moderada, inmovilista… es un fenómeno raro, porque se supone que la izquierda es agitación, es movimiento, es partir y compartir, pero aquí no, aquí es una izquierda aposada, asentada, no me muevas que estoy bien, no me compliques la vida. Con el peso político que ha tenido la izquierda en Caspe a lo largo de los años, no ha sido capaz de aglutinar a gentes dispersas para intentar hacer proyectos comunes a todos. Aquí es una izquierda que como tengo el voto seguro, yo hago lo que me da la gana. Y no me hagas hacer más cosas de las que hago que no quiero hacer.

Quieres decir que no ha sido una izquierda atrevida. Yo creo que el principal problema que tuvo la izquierda en Caspe fue la muerte prematura de Florencio Repollés Julve. Si Florencio hubiera seguido viviendo, con su talante y manera de ver las cosas, creo que Caspe hoy… porque él era capaz de escuchar a gente que no opinaba como él. Tenía más visión de futuro, y te digo todo eso  a pesar de que a raíz de la noche de los cuchillos largos yo tendría que haber estado con él a matar.

¿Él estuvo? Él era el jefe de todo. Pero nos duró el enfado el medio whisky que nos tomamos en su casa.

Eso dice mucho del talante de él y del tuyo. Aquello ya había pasado. Ahora era cuestión de hacer otras cosas.

Otra cosa que quería preguntarte de las primeras elecciones municipales de 1979 es la ausencia de Alianza Popular en Caspe. Aunque tú estabas entonces fuera de la política, sabrás bien que no hubo candidatura de las derechas, excepto UCD, que era  un conglomerado de partidos mayoritariamente de centro¿Qué sucede? ¿No hubo ni siquiera un intento? ¿Estaba desarticulada la derecha en Caspe en aquellos momentos? Como tal derecha pensaron que lo que debía hacerse es integrarse en UCD y fue lo que se hizo. A mí se me invitó pero evidentemente lo rechacé.

Creo que este hecho de la ausencia de la derecha es un poco premonitorio de lo que va a pasar en Caspe en las siguientes décadas, porque AP y luego PP, nunca han tenido peso en Caspe. Es muy significativo. Hay varias razones. Creo que el movimiento de los cuchillos largos marcó mucho a la gente de derechas. Y también creo que desde Zaragoza a esta zona desde siempre la han dado por perdida. Creo que nunca han combatido al poder omnímodo que tenía aquí el PSOE. Esa es una de las razones por la que acabé siendo muy crítico con el PP.

Me tienes que contar cómo fue tu vuelta al ruedo político. Tengo entendido que tuvo algo que ver con la Comunidad de Regantes de Civán. La Civán era el poder en la sombra de Caspe. Era una institución muy considerada por todo el mundo. A principios de los 80 hubo unas negociaciones que coincidió con la central de Andorra, y una serie de personas entendimos que habíamos salido muy perjudicados desde Caspe. La Civán la llevaba una directiva que por cierto eran muy de derechas. Entonces me vinieron a buscar Manolo Ferrero y Manuel Cardona y montamos una auténtica revolución en el sistema. Ahí es cuando vuelvo a ser otra vez el activista, ese Benito que tenía ganas de hacer cosas por su pueblo.

Te voy a resumir cómo se llegó a esa situación. El problema de aquella gente que presidía la CIVAN eran muy inmovilistas. Lo que nosotros pretendíamos es tener el mismo trato que había tenido el sindicato de Teruel. Para que te hagas una idea el sindicato central llevó años atrás a juicio al ministerio. Y lo ganó. Resulta que un magistrado de la sala segunda del Tribunal Supremo era de Alcañiz. Era un hombre muy terco, pero íntegro y luchador. Te estoy hablando de finales del 76. Y ganarle un pleito al Estado era poco menos que imposible, pero se ganó. Y de alguna forma el Ministerio de industria obligó a negociar una serie de condiciones para que el sindicato central accediera a que ENDESA se llevara agua del Guadalope. Hay una serie de condiciones, de contraprestaciones, entre las cuales pues prácticamente a los de la parte de Teruel les canalizan todas las acequias entre el Estado y ENDESA, pero aquí se nos hace un trozo de la Acequia Principal y luego una serie de dineros, que no recuerdo la cantidad, para canalizar fillolas. Pero el caso es que nos quedábamos con la tercera parte de lo que se había conseguido en Alcañiz. Nos echaban el Pantano de Civán en contraprestación, pero no estábamos de acuerdo porque los pantanos son para todos, y esta junta lo aceptó.

Es decir, que estamos ya en el año 80 y vosotros no estabais de acuerdo con la actitud de la junta. Montamos un cirio que para qué. De hecho, estuvimos todo un día votando. Empezamos a las 9 de la mañana a votar y acabamos a las 5 de la tarde. Votaron todos los propietarios. Para que te hagas una idea en la Civan somos 2.900 propietarios. Todo el mundo vino a votar. Finalmente conseguimos sacar a los que presidían. Y ahí es cuando ya empezamos a tener una gran actividad y me vuelvo a integrar a la vida política. Me piden que me incorpore a AP, a APEC, y bueno, al final es cuando viene el CDS y vuelvo.

Cuando volviste a la palestra, no mucho después, en julio de 1983, se aprobó en sesión plenaria quitar las placas de la iglesia “a los caídos por Dios y por España”. Pero como sabrás, después los socialistas no se atrevieron a hacerlo. Hoy en día el caso sigue abierto. Ahora en los tribunales. Yo creo que en este país hasta que no seamos capaces de reconocer los errores que cometieron los unos y los otros, asumirlos totalmente y ponerlos en la mochila de la historia, no seremos capaces de mirar el futuro como hay que mirarlo. Mientras nos guardemos el rencor por lo que hicieron los unos y los otros, viendo eso como algo para echarnos a la cara, mal vamos. De todos modos, estén o no estén esas placas allí, lo que pasó pasó. A mí lo que me duele es que cuando se habla de la Memoria Histórica se parta de la fecha que se quiere. Aquí el gran fiasco, el punto de partida, fue haber perdido la ilusión colectiva de 1931. La República fue la gran ocasión para que este país hubiera sabido estar a la altura. La lástima fue que en lugar de intentar ir hacia adelante, se engancharon los unos con los otros.

Hablábamos antes de la escasa fuerza que ha tenido la derecha o centro derecha en Caspe. Tiene que llegar Javier Sagarra para que cambien las cosas. Con el CDS sacamos tres concejales en la legislatura 1987-1991. Pero entonces llegó Javier Sagarra al PAR. De hecho ya teníamos la candidatura del CDS, y dos días me proponen que dejase al CDS que yo encabezaba y me fuera al PAR, dejando colgados a todos mis compañeros. Yo me negué.

Presentáis candidatura y os dais el batacazo. Pero cuatro años después vuelven a buscarte. Sí, acabo saliendo de la política hasta que me viene a buscar Ramón Perea y me dice: “oye, que tú no puedes estar quieto, no puedes estar parao”. Me pide que entre al PP y acepto. Entro en la candidatura del 95, como 3º.

El PP se queda en dos, pero entonces es cuando desbaratáis el proyecto socialista, con vuestros concejales más uno de AVEZAMI y 4 del PAR y os hacéis con el poder. Sí, sacamos a los socialistas que llevaban 4 legislaturas. De aquellas maneras estuvimos contentos. Se trabajó bien, pero bueno, de hecho estuvo a punto de dimitir Pilar Bondía. Hubo un movimiento para que no dimitiera Pilar porque entonces entraba de concejal yo y no se quería porque era considerado por ciertas personas como un hombre muy peligroso. El problema era que a mi no me maneja nadie. Y entonces, como las coordenadas que había en esos momentos eran otras, pues bueno, entre Ramón Perea y yo hicimos un manifiesto en contra de ciertas maniobras.

Y llega la lista de 1999 del Partido Popular y María José Benedí encabeza la lista.

Sí, una persona que no estaba dentro de vuestro aparato. Había sido hasta hacía muy poco del PAR. Es entonces cuando hicimos el manifiesto.

¿Crees que se os estaba ninguneando? Totalmente. Tres o cuatro noches antes, a la una de la mañana, me llaman a casa y me dicen que baje a casa de una persona para firmar y presentarme en la lista del PP. Y que pidiera lo que quisiera.

Ante lo cual tu respuesta es no. Eso es, y ahí es cuando llega el manifiesto.

Pero esto no acaba aquí. Al final creáis un partido independiente que se llama Desarrollo para Caspe, que sois los disidentes, aunque en realidad los históricos del PP en Caspe, la vieja guardia. Sí, la lista que el partido desde Zaragoza no había autorizado. Nos quedamos a un pelo, a 10 o 12 votos de conseguir un concejal en las elecciones más disputadas de la historia de Caspe, las de 1999. De todos modos, aquí hay una cosa clara, excepto los años del CPC, el voto caspolino, a izquierdas y derechas, no se cantea mucho.

En aquellas mismas elecciones nació el CPC, y con el paso del tiempo este partido llegará a plantar cara al PSOE alcanzando un importante número de votos durante dos legislaturas, llegando a los 1.600. Se rompe la hegemonía de la izquierda, aunque no sé si podríamos decir que aquel fue un voto de derechas, porque el CPC era otra cosa. Esta claro que no fue derechismo. Lo que encabezó Javier Sagarra era un movimiento populista, de esos que emergen de cuando en cuando frente al poder establecido. El CPC es la primera vez que yo vi que los movimientos populistas llegaban aquí. Si lo analizas con perspectiva histórica, Caspe es un laboratorio: movimiento autonomista, uno de los primeros escraches y luego se genera el primer populismo. Es que en Caspe, cuando nos ponemos, nos ponemos.

Tengo un amigo que me dice que Caspe es principio y final de todas las cosas. Pues eso [risas].

Pasa el tiempo y cuando ya estás jubilado vuelves a la política como segundo de una candidatura. Sí, se dio una circunstancia. El PAR nos apoyó, concediendo una fuerte subvención de 2 millones de euros para los regantes de Civan. Y yo decidí corresponder, más que nada para dar soporte.

Hablamos de las pasadas elecciones de 2015. Pero la candidatura fue un fiasco. Es que no se supo valorar que Ciudadanos y el PAR tenían el mismo estanco de voto. Con los dos juntos casi dos, y separados, ninguno.

Desde 2015 ya no haces nada en política. Nada, el PAR en Caspe está prácticamente desmantelado ahora mismo. Te repito que lo de partir PAR y Ciudadanos fue una equivocación muy grande.

Y, mirando hacia atrás, ¿cuántas cosas cambiarías de tu trayectoria política? En la transición, con DEIBA, obramos bien pero nos equivocamos políticamente. Por mi parte, por no haber sabido convencer al alcalde para que el Ayuntamiento hubiera encabezado aquel movimiento. Esa creo que fue la gran equivocación.

De alguna manera les das la razón a los del escrache, nunca en las formas pero sí en el fondo. Sí, de alguna manera sí, porque en la vida me he dado cuenta que o lo haces, o te lo hacen. Si tú no ocupas el lugar que te corresponde viene otro y te lo quita, y te lo puede quitar de buenas formas o te puede pegar una patada en el trasero. Y eso es la política. Pero claro, mi responsabilidad también fue limitada. Yo hice lo que pude, manteniendo esa llama encendida, encaminando ese movimiento, pero luego, cuando ya tomó un cariz político… tenía que haber estado el Ayuntamiento delante.

Para finalizar, vuelvo a preguntarte por la transición. Algo que se me había quedado en el tintero es preguntarte por os viejos izquierdistas que se marcharon en 1938. Cuando vuelven, ¿cómo los recibís desde el Ayuntamiento? Yo lo que viví desde mi familia es que a toda esa gente que marchó y vino, mi padre siempre los saludó muy bien. Empezando por el tío Gorro, por ejemplo. Nosotros fuimos siempre clientes de él. En fin, y varios casos más. Yo tengo la suerte de que mi familia consideró que lo que pasó, la guerra, fue un accidente. Quiero decirte que a lo mejor con los más señalaos mi padre no debió tener relación, pero sin más. Huno un tipo que denunció a mi padre en el frente de Brunete; pues con él se siguió saludando con los años.

Entiendo, pues, que cuando llegó la democracia Benito fue el primer demócrata. El primero no, uno de tantos. Soy un convencido de la democracia.

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