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La iglesia de Santo Domingo de Caspe: actuación de urgencia tras dos siglos de desidia

Durante los últimos días los caspolinos contemplamos, atónitos, que se están llevando a cabo obras en la iglesia del convento de Santo Domingo. Cuesta creer que por fin se actúe después de casi doscientos años de lenta agonía. Sin duda, las obras en el templo son una buena nueva, aunque los trabajos llegan con tantas décadas de retraso que ya solo es posible consolidar las ruinas.

Preguntados al respecto, desde los servicios técnicos del Ayuntamiento me cuentan que gracias a los fondos aportados por el consistorio y con el apoyo de la Diputación Provincial de Zaragoza, se ha ejecutado una primera fase consistente en asegurar todo el conjunto, en especial la torre, haciendo un cosido a la misma, eliminando el riesgo de desplome y evitando al tiempo la caída de los escasos restos del chapitel que amenazaban ruina. Este ha sido construido de nuevo en hierro, respetando la pieza de la cruz, el pararrayos, y dotándolo de tejas de lágrima. Los trabajos se han solapado con una segunda fase –en este caso, contando únicamente con fondos propios- en la que se han efectuado rejuntados con mortero de cal (simulando los que había), fijando un apeo en la iglesia que se sustenta en el edificio de la Escuela Taller y dejando uno pendiente para una nueva fase.  

Chapitel antes de la reforma. Apréciense los maderos apuntalando la torre por la parte interior
La parte alta de la torre en la actualidad, ya con el nuevo chapitel

Tanto la zona de las antiguas capillas como el ábside se estaban viniendo abajo. Las grietas eran alarmantes. La solución de urgencia ha consistido en asegurar todo ello mediante un zunchado. Queda pendiente acabar de consolidar la zona y está previsto que los trabajos finalicen antes de fin año. El propósito es ejecutar una tercera fase con la que poder recuperar la antigua iglesia para actos culturales.

Andamiaje en el lado de la Epístola de la nave

Breve historia del convento

El llamado Convento de Santo Domingo o de los Dominicos se denomina en realidad Convento de Nuestra Señora del Rosario de Caspe. El inicio de su construcción, datado en el año 1570, tuvo lugar en el contexto de una notable fundación de templos dominicos en la región aragonesa; los jurados de la villa habían recibido autorización el Papa Adriano VI medio siglo atrás, cuando este se detuvo en Caspe en su camino entre Zaragoza y Tortosa (aunque, como apunta el mejor conocedor del conjunto conventual, Javier Cortés Borroy, probablemente los motivos económicos retrasaron el comienzo de las obras). La villa facilitaba los terrenos para el convento y una pequeña cantidad de tierras de labor para la subsistencia de los monjes. Por su parte, estos, junto al desempeño de sus labores espirituales, auxiliarían a los enfermos de la población.

Tres años después, en junio de 1573, los monjes llegaban al convento que todavía se encontraba en obras. Puede concluirse que durante los dos siglos siguientes el complejo dominico gozó de buena salud, pues a finales del siglo XVIII la actividad era notable dentro del cenobio: en 1771 la abadía amplió su molino de aceite con una segunda prensa, dentro de sus muros se impartían clases de Filosofía a jóvenes caspolinos y la comunidad conventual formada entonces por 20 frailes continuaba desempeñando su labor hospitalaria gracias, entre otros fondos, a las limosnas aportadas por la población.

Ruinas de un molino al oeste del convento. Probablemente se trate del que pertenecía al conjunto conventual

Con el estallido de la Guerra de la Independencia el edificio fue hospital militar y cementerio, prisión y posteriormente fortaleza. El convento de Santo Domingo resultó gravemente dañado, pero tras el fin de la guerra se invirtieron 1.000 duros de las rentas del propio cenobio para el arreglo de los desperfectos.

Sin embargo, los frailes disfrutaron bien poco de las reparaciones, pues tras una primera exclaustración decretada por los franceses en 1810 y una segunda durante el Trienio Constitucional (1820-1823), abandonaron de manera definitiva Nuestra Señora del Rosario a las puertas del verano de 1835 tras el decreto desamortizador de Mendizábal. A posteriori, y tras haberse desatado un incendio en el conjunto, el Ayuntamiento propuso a la Junta de Enajenación provincial que la finca conventual fuera usada como hospital, petición que sería aceptada. A mediados del siglo XIX el antiguo convento dominico era ya el Hospital Civil de Caspe, aunque las instalaciones no eran las más adecuadas: “los enfermos pasan mucho frío por estar en la parte norte”. Cortés, en su trabajo de 1996, aseguraba que en aquella época los problemas económicos y de gestión eran habituales.

Sobreclaustro, detalle de una de las pilastras de piedra entre arcos

En 1864 llegaron las monjas para hacerse cargo del centro hospitalario caspolino. No sabemos si esas primeras religiosas ya pertenecían a la Orden de Santa Ana, pero es seguro que décadas más tarde, al estallar la Guerra Civil, eran ellas quienes lo atendían. El convento-hospital fue lugar de referencia sanitaria durante la guerra, siendo utilizadas sus instalaciones tanto por las fuerzas republicanas como por las franquistas. Las monjas, obligadas a dejar el lugar a comienzos del conflicto, volvieron a Santo Domingo para permanecer en su interior hasta 1978; ellas realizaban las labores asistenciales al tiempo que una junta seglar gobernaba el hospital. Especialistas médicos ajenos a la orden religiosa atendían a los enfermos mientras caspolinos y caspolinas desempeñaban tareas auxiliares en el lugar.

Fachada oeste del convento

En 1965 se inauguró el hospital psiquiátrico con 47 camas. Santo Domingo se convertía, popularmente, en el manicomio. Tras ser ampliado en 1970, cinco años después contaba con 80 camas y 7 retretes (datos proporcionados por el efemediarium de Antonio Barceló y Alberto Serrano). Como curiosidad, Antonio Simón, padre de Fernando Simón, trabajó en el centro psiquiátrico durante los últimos años en los que el hospital permaneció en funcionamiento.

Transcurridos seis años desde la clausura, en 1984 el viejo cenobio estuvo a punto de renacer: se proyectó la puesta en marcha en Santo Domingo de un centro para la rehabilitación de toxicómanos que estaría dotado con 150 plazas, contando con la colaboración de la DPZ y el Ayuntamiento de Caspe. El fallido proyecto fue una de las grandes polémicas de la transición a nivel local.

Arquitectónicamente, lo más destacable del convento es su claustro, restaurado durante las dos últimas décadas por la Escuela Taller de Caspe en varias fases. Mayoritariamente es de ladrillo, como vemos en los arcos de medio punto -las columnas de separación son de piedra-, su forma es cuadrada aunque cuenta únicamente con dos galerías, pues la que daba a la iglesia nunca se construyó y la de la vertiente este fue destruida. Sobre el claustro se levantó el sobreclaustro, compuesto por tres arcos de medio punto por tramo.

Interior del claustro de Santo Domingo

La iglesia

La planta de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario la forma una única nave con ábside poligonal en la cabecera. Las capillas laterales, cinco en origen, están dispuestas tras potentes arcadas de medio punto, se encuentran entre los contrafuertes y se comunican entre sí. En los años 70 se llevaron a cabo obras de remodelación del hospital, lo cual afectó gravemente a la iglesia. Desde entonces solo se conservan tres capillas. Las dos entradas principales del templo, la original y la construida en 1771, se situaban en el lado de la Epístola (a la derecha si miramos de frente al altar mayor). La iglesia fue construida en piedra sillar en su mayor parte, ladrillos para las partes altas y argamasa. Exteriormente es muy característica la galería de arquillos de medio punto de la parte superior del edificio.

Esquina suroeste del conjunto antes de las obras de 1972

Es probable que en 1573, año de la llegada de los primeros frailes al conjunto dominico, solo existiera el altar mayor. Con posterioridad y gracias a la piedad (los dineros) de los caspolinos más acaudalados, fueron llegando capillas y altares. Es también probable que los dos altares mayores pudieran estar consagrados a Nuestra Señora del Rosario acompañada por los santos Pedro y Pablo, pues antes de la construcción del convento había en el lugar una capilla adscrita a ambos. En los 200 años posteriores a la edificación del cenobio fueron erigidos 12 altares y otros tantos retablos en su iglesia. Buenas noticias se sucedieron en 1771, año de la construcción de la torre neoclásica de la iglesia, del atrio de la entrada y de su portada barroca de ladrillo que una infortunada actuación perpetrada dos siglos más tarde se llevó por delante. En opinión de Cortés, fue también en el segundo tramo del siglo XVIII cuando se reformó toda la decoración interior del templo. Todavía se conservan algunos fragmentos del ornamento que decoraba la nave, predominando los motivos geométricos.

En el siglo XIX, antes del segundo retorno de Fernando VII (Trienio Revolucionario) la iglesia fue usada como lugar de reuniones entre las autoridades municipales y los vecinos de Caspe. Los retablos, jocalias y ornamentos fueron sacados de la iglesia a partir de 1836, siendo el destino de varios de los retablos la parroquial de Caspe. Por aquel entonces, la iglesia estuvo a punto de ser vendida como solar.

Actuales obras de consolidación. Interior de la nave y torre con andamiaje

Con los frailes fuera del convento y de su iglesia, el deterioro del conjunto se aceleró notablemente. No sabemos en qué momento se vino abajo la techumbre del templo, pero sí conocemos un dato revelador: ya en julio de 1859 un arquitecto informó el estado ruinoso de la iglesia. Seis años más tarde se advertía del serio peligro de desplome de la bóveda. Pero ayer, como hoy, el problema era y es el de siempre: el patrimonio artístico español es cuantioso y los recursos destinados al mismo mínimos.

Como antes adelantábamos, a principios de los años 70 se llevaron a cabo obras de ampliación del centro psiquiátrico a costa de una grave amputación de la iglesia. La portada barroca tardía se perdió, así como el atrio posterior y la práctica totalidad de dos tramos de la nave de la iglesia, como puede apreciarse comparando las dos fotografías siguientes. Puede darnos una idea de la magnitud de la bárbara actuación fijarnos en el número de arquillos de medio punto que vemos en la fotografía antigua y en la actual. Como puede verse, la mitad de los mismos fueron eliminados.

Instantánea tomada antes de 1972 que sirvió para ilustrar una caja de cerillas
Foto actual. Obsérvese dónde queda la puerta de acceso a la iglesia, ahora fuera de la misma y entonces casi el centro del muro.

El tiempo y la insensatez humana arruinaron la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, Santo Domingo. Apenas quedan ruinas. El convento ha sido restaurado, pero, más allá del uso parcial como sede de la Escuela Taller, continúa vacío. Esperemos que tras estas obras de consolidación de la iglesia todo el conjunto se recupere de manera definitiva. Para ello, es fundamental que se le de uso.

Para saber más, consúltense los trabajos de Francisco Javier Cortés Borroy: -“El Convento de Nuestra Señora del Rosario de Caspe (de los dominicos), Cuadernos de Estudios Caspolinos XXII, 1996.

La arquitectura religiosa de los siglos XVII y XVIII en el Bajo Aragón zaragozano y en la Ribera Baja del Ebro, IFC, 2007.

3 respuestas a «La iglesia de Santo Domingo de Caspe: actuación de urgencia tras dos siglos de desidia»

Mi más sincera admiración ante este trabajo de difusión de va la historia del convento de Santo Domingo y la Virgen del Rosario: “viva María, viva el Rosario, viva Santo Domingo, que lo ha fundado” dice una canción piadosa. La insensatez de las autoridades caspolinas y regionales de aquellos años 70 del siglo XX hicieron que se pudiera echar abajo toda a la fachada, que se conservaba completa, incluso con una virgencita del Rosario en la hornacina de la portada de ladrillo, muy trabajada ornamentalmente, que había sorteado la iconoclasia de la izquierda anarquista. En Fiona, bienvenida sea esta rehabilitación de las ruinas, y apoyamos darle uso al conjunto, muy idóneo como residencia romántica para artistas, en cuyos jardines se podía recordar con un busto al poeta caspolino Miguel Agustín Príncope.

¿Se sabe quién es el arquitecto responsable de las actuales obras? Es bueno que quede constancia para quienes, en el futuro, se ocupen de profundizar en el conocimiento del monumento. En todo caso, me alegro de que se actúe en la consolidación del edificio. Y me alegraré más el día en que se le de un uso cultural para disfrute de la ciudadanía. ¡Ahora animo paraa consolidar las ruinas de la ermita de la Magdalena! Hay unas impresionantes pinturas barrocas. ¿Se sabe de quien es propiedad el Santuario de la Magdalena? ¿Estado, ayuntamiento, iglesia?

Buenos días, pues a todas esas preguntas te intentaré responder gratamente. Las obras de Santo Domingo hasta la fecha (falta una fase) el arquitecto es M.A. Lagens, la idea que este equipo de gobierno lleva es que se realicen actos culturales ahí y ojalá podamos disfrutarlos pronto. (esa última fase la hemos metido en los presupuestos del año que viene)
Y por otro lado, se miró el poder actuar en la Magdalena, aunque ahí va a ser más complicado, ya que no es propiedad municipal…
Un saludo

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