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Historia medieval y moderna

LA RECONQUISTA DEL BAJO ARAGÓN: UN CONFLICTO MILITAR Y CRONOLÓGICO

Publicado en Historias del Bajo Aragón en marzo de 2014

Nueve siglos después seguimos sin poder afirmar taxativamente en qué fechas se produjo la Reconquista de buena parte de los pueblos del Bajo Aragón. En las siguientes líneas repasamos el contexto histórico, la cronología propuesta por los principales autores que han abordado el asunto de las fechas, y finalizamos arrojando nuestras propias conclusiones.

El contexto histórico

El nuevo milenio acababa de alumbrar cuando, el último gran caudillo del califato andalusí, Almanzor, fallecía. Y ya nada sería igual a partir de entonces. La fitna -guerra civil- y la posterior descomposición de al-Andalus, posibilitó que durante las siguientes décadas los reinos cristianos ampliasen sus territorios como nunca antes en dirección a la frontera meridional. El paroxismo del avance durante el siglo XI, siempre más rápido en el oeste peninsular, se produjo durante la toma de Toledo en 1086. Alfonso VI, rey de castellanos y leoneses, hincó una pica en el corazón de los musulmanes peninsulares reconquistando la antigua capital visigoda. Sin embargo, la irrupción en escena de los almorávides norteafricanos retrasó los planes de expansión cristiana. Tras las derrotas de Zalaca, Consuegra y Uclés, el proyecto imperial de Alfonso VI se fue al traste.

 Aragón debió esperar unas décadas más para aumentar considerablemente su territorio. Fue a raíz de la llegada de Alfonso I -rey de Aragón y Navarra-, cuando el reino dejó definitivamente la montaña y se dirigió hacia el valle. La toma de Zaragoza por el Batallador en 1118, sumada a la conquista de un buen número de territorios del corredor del Ebro -en solo un año reconquistó cuatro veces más territorio que su hermano Pedro I-, pudo presagiar la caída definitiva del Bajo Aragón. Pero el rey Alfonso murió en el verano de 1134 tras fracasar en el sitio de Fraga y, en el reino aragonés, se abrió una profunda crisis a raíz de su sorprendente testamento. Porque como es bien sabido, Alfonso Idesignó sucesoras a las órdenes militares, tan vinculadas muy pocos años después a las tierras del Bajo Aragón.

Alfonso I (Pradilla, 1879)

En efecto, la Iglesia fue la gran beneficiada puesto que, Alfonso, además de legar un grupo de fortalezas y plazas importantes a grandes santuarios e iglesias, estipuló que el dominio sobre la tierra y sus pobladores -considerados como parte del patrimonio-, pasaran a los caballeros del Santo Sepulcro, la Orden del Hospital y el Temple. El testamento pretendía ser “una restitución a Dios de cuanto de Él había recibido y en satisfacción de sus pecados” y reflejaba la preocupación del monarca ante los musulmanes y su desesperanza ante el incumplimiento de su proyecto de cruzada. Pero sus últimas voluntades fueron rechazadas tanto por sus súbditos navarros y aragoneses, como por los vecinos castellanos y catalanes. Ramiro II el Monje fue proclamado nuevo rey de Aragón mientras Navarra se independizaba y los musulmanes recuperaban parte del terreno perdido. Y dentro de las tierras ganadas otra vez para el Islam se hallaría el Bajo Aragón.

La Reconquista del Bajo Aragón en la década de 1130

Si hacemos caso a José María Monsalvo en su reciente Atlas Histórico de la España Medieval (2010: 119) podríamos trazar un amplio semicírculo territorial que comprendería los lugares ganados por el Batallador entre 1104 y 1134. Así, la imaginaria línea arrancaría en Tudela y buscando villas más meridionales discurriría por Calatayud y Cella para dirigirse de nuevo hacia el norte camino de Morella, el Bajo Aragón y, finalmente, Tamarite de Litera. Cabe apuntar que, en el mismo mapa citado, se atribuye la temprana fecha de 1124 para la conquista y repoblación del lugar de Alcañiz. ¿Error de bulto o atinada afirmación?

El tema de las campañas de Alfonso I fue abordado por Carlos Laliena en su imprescindible trabajo sobre el Bajo Aragón -publicado en 1987, revisado y ampliado en 2009- citando al malogrado José María Lacarra anotó (p. 26) que

 “La hueste de 1133-1134 sobre Fraga, en la que participa una flotilla de galeras que desciende por el Ebro, es el intento más ambicioso hasta entonces de romper el arco defensivo musulmán, que debía conducir al aislamiento de Lérida, la caída de Tortosa y la conquista del Bajo Aragón y Bajo Ebro. Los resultados más significativos se producen en el primer semestre de 1133, cuando Alfonso I entrega a Pedro de Biota, Iñigo Fortuñones y Jimeno Garcés los castillos y villas de Nonaspe, Algás, Batea, Badón –quizá Fayón- y Lode –tal vez Lledó-, lo cual equivale a las cuencas bajas de los ríos matarraña y Algás”.

¿Deberíamos añadir la villa de Maella al listado? La respuesta a esta pregunta es un sí en opinión de Vicente Juste Moles; en Historia de Maella (1995: 207) dató en el año 1133 la reconquista de la villa por parte de las tropas del rey Alfonso.

Maella y su castillo

Otro de los libros consultados en torno a la Reconquista aragonesa es Creación y Desarrollo de la Corona de Aragón, de Agustín Ubieto, aunque el dato en el que ahora nos fijamos proviene, de nuevo, de la pluma de Lacarra. Una frase reveladora figura en los documentos del rey Alfonso I, los cuales registran que el monarca dominaba “desde Monreal hasta Orta”. El legajo se refiere a las poblaciones de Monreal de Ariza y Horta de San Juan, justamente en ambos extremos de la provincia de Zaragoza (Horta, ya en tierras de Tarragona). ¿Adivinan por dónde pasa una virtual línea recta entre ambas poblaciones?

Ibn Mardanix, Petronila y Ramón Berenguer IV

Ramiro II, desposado con Inés de Poitou, obtuvo el fruto más deseado y logró contentar a todo el reino gracias al nacimiento de su hija, Petronila, en 1136. Petronila casó con Ramón Berenguer IV, quien no fue nombrado monarca; se convirtió en Príncipe de Aragón. El matrimonio, celebrado en 1137, fue el punto de partida de un nuevo ente peninsular: la Corona de Aragón.

Ibn Mardanix

Entretanto, los sucesos producidos en el norte de África hacia 1145 acabarían repercutiendo directamente en el statu quo del Bajo Aragón. Los rigoristas almohades entraban en escena liquidando la hegemonía almorávide, de manera que la descomposición de estos últimos posibilitó el surgimiento peninsular de las Segundas Taifas. Y es, precisamente a una de estas taifas, a quien se circunscriben ahora los territorios bajoaragoneses gobernados por Ibn Mardanish.

 Abu ‘Abd Allah Muhammad b. Sa’d b. Mardanish, más conocido como Ibn Mardanish, o como rey Lobo en las crónicas cristianas, gobernó la taifa Sharqu Al-Andalus entre 1147 y 1172. Durante los primeros años de reinado consolidó su poder a través de una política de acuerdos con los reyes cristianos. Dos aspectos pudieron influir en sus cordiales relaciones con la cristiandad peninsular: Mardanish descendía de cristianos (su bisabuelo habría sido el primer muladí o converso de la familia) y, por otra parte, era contrario al rígido dogma de los almohades.

Mardanish, quien transformó la ciudad de Murcia en una majestuosa capital, fue vasallo de Alfonso VII de Castilla. Ambos colaboraron en algunas campañas militares como la toma de Guadix (por parte de Mardanish) o la defensa de la recién reconquistada Almería (por Alfonso VII). Pero ser vasallo del poderoso rey castellano no significaba que los territorios del norte de la taifa estuviesen a salvo de las apetencias de aragoneses y catalanes, porque el bajo valle del Ebro era territorio natural de expansión del nuevo ente político.

Según Ignacio González (2007: 102), el rey de la taifa murciana y Ramón Berenguer IV firmaron sus primeros tratados entre 1148 y 1149[1]. Pero las tropas de la Corona –entre ellas un importante número de caballeros al servicio de las órdenes militares- tomarían, al menos, Lleida, Tortosa, Fraga, Mequinenza y una villa limítrofe con el río Ebro y el término de Caspe: Trabia, hoy desaparecida[2].

Ruinas de Trabia en Caspe, junto al Ebro

Es importante destacar otro hecho relacionado. Según apuntó José Pallisa (1983: 31) Nonaspe fue tomado en el año 1149. Una vez ganada para la villa por las armas cristianas Ramón Berenguer IV tomó especial interés en fortificar Nonaspe por su estratégica ubicación. De ser cierto el dato debemos considerar dos importantes cuestiones: por un lado, que la campaña de 1149 no se habría limitado únicamente a la conquista de Trabia (poco más de 20 kilómetros separan Nonaspe de las ruinas de Trabia); por otro, que durante la empresa de 1149 se habría rebasado el Ebro aguas abajo de Caspe. 

Situémonos ahora en Trabia y en el autor José Manuel Arcal, quien propuso la fecha de 1149 para su reconquista. Así, Mequinenza, Trabia, y según acabamos de ver también Nonaspe, quedarían como avanzada de la Corona en el Bajo Aragón frente a Caspe.

Armas de Ramón Berenguer

No hay nuevos datos sobre incremento territorial en la zona hasta 1154. La partida de ajedrez junto a las tierras del Ebro se interrumpió y musulmanes y cristianos permanecerían estáticos -aunque a tiro de piedra-, durante cuatro o cinco años. ¿Por qué?

Al parecer, tras las brillantes conquistas de Ramón Berenguer IV éste y el rey Lobo firmaron una tregua por cuatro años (Codera, 2004: 67). Mediante el pago de un tributo o paria de cien mil mizcales de oro, Ibn Mardanish obtuvo un periodo de tranquilidad en sus dominios, “y es muy posible que hubiese además varias entregas territoriales o la promesa de no oponerse a la ocupación de algunas tierras” (Ubieto, 1987: p. 230).

Así, el acuerdo se firmó en enero de 1149 y se finiquitó en 1153, aunque según Agustín Ubieto fue ampliado en varias ocasiones. Una vez finalizado dicho primer acuerdo, ¿Fue renovado de inmediato? ¿Pudieron, aunque momentáneamente, reanudarse las hostilidades como parece entreverse en el documento de la donación de Caspe?

Llegados a este punto es imprescindible recordar la “teoría 1154”de José Manuel Arcal[3].

En el año 2007 el investigador y experto en paleografía J.M. Arcal (firma sus  trabajos como Carmen J. Mar), cuestionó la teoría “clásica” que databa la toma de Caspe en 1169. La suposición tradicional revisada por él se basaba en que el copista habría errado a la hora de asentar, en el documento original de la donación de Caspe a la Orden del Hospital, la fecha de 1154. El argumento principal por el que se inculpaba al copista se apoyaba en un hecho irrefutable: en 1154 Alfonso II no era rey de la Corona. Es más, ni tan siquiera había nacido. Y fue, precisamente Alfonso II, quien firmó el documento de la donación de Caspe. Al respecto, Arcal demostró que la fecha de 1154 podría ser correcta basándose en:

-Que en 1158 la iglesia de Caspe ya pertenecía a la iglesia de Zaragoza, cuando es citada junto a las de “Nonasp, Michinentia, Scatron, Sastago, Vilela, Pina (…)”.

-Que fue habitual al principio del gobierno de Alfonso II confirmar las concesiones de su padre Ramón Berenguer IV, príncipe de Aragón y marqués de Tortosa y Lleida.

Representación de una batalla entre moros y cristianos en el castillo de Alcañiz

¿La toma final del Bajo Aragón?

Fijemos ahora nuestra atención en el resto de poblaciones vecinas. Tanto autores caspolinos -Cortés Borroy (1998: 57), Pellicer Catalán (2004: 125)-, como medievalistas de renombre -María Bonet Donato (1994: 37)-, remiten a los Anales de Aragón de Jerónimo Zurita para situar la reconquista de buena parte de la comarca en las fechas de 1168 y 1169. También en el ya citado trabajo de Agustín Ubieto (1987: 244) se habla del año 1168 para la toma del Bajo Aragón. Los lugares anotados por él son Caspe, Fabara, Maella, Mazaleón, Valdeltormo, La Fresneda, Ráfales, Castellote, Valderrobres, Beceite y Peñarroya de Tastavins. Sin dejar la campaña 1168-1169, el emérito catedrático caspolino de la Universidad de Sevilla, Manuel Pellicer Catalán, indicaba que

“En 1168 Alfonso II ocupa La Fresneda, Valdeltormo, Torre del Compte, Mazaleón, Maella y Fabara, permaneciendo sorprendentemente Caspe aislado y en poder del Islam hasta 1169, en que fue reconquistado por Alfonso II, junto con Calanda, Aguaviva, Castellote y Las Cuevas”.

No sabemos si el reputado medievalista Agustín Ubieto se basaba en los Anales de Aragón de Jerónimo Zurita como sí lo hicieron el resto de autores citados. En cualquier caso, si damos por válido que Caspe fue reconquistado catorce años antes de lo establecido, y siguiendo la teoría de Arcal adelantamos la fecha hasta 1154, ¿Fue la toma de Caspe una conquista aislada? ¿O, por el contrario, deberíamos concluir que Zurita estaba equivocado puesto que basaba sus aseveraciones en los documentos firmados por Alfonso II, que serían en realidad confirmaciones de las conquistas de su padre Ramón Berenguer IV? En ese caso, ¿no deberíamos adelantar también la fecha de la conquista de los lugares citados hasta la campaña de 1153-1154?

 El tema de la Reconquista en el Bajo Aragón nos ofrece todavía nuevos interrogantes en cuanto a la villa de Alcañiz. ¿Por qué no se cita entre el resto de localidades conquistadas en la campaña de 1168-1169? José María Lacarra propuso la fecha comúnmente aceptada: Alcañiz fue tomada en el año 1157. Pero, ¿cómo es posible que se ganara solo Alcañiz en aquella maniobra, y que localidades tan cercanas como Calanda o Valdeltormo quedaran todavía bajo el dominio de los islámicos? ¿Fue una conquista, o incluso pudo tratarse de un cambio de titularidad pacíficamente acordado entre Ibn. Mardanish y Ramón Berenguer IV?

Conclusiones

Con total seguridad podemos afirmar que el Bajo Aragón fue una zona en disputa no solo a mediados del siglo XII, sino ya durante la segunda y tercera década del mismo. Dicho esto, y basándonos en lo expuesto en páginas anteriores, planteamos la siguiente hipótesis: la totalidad el Bajo Aragón, la tierra por la que forcejeaban musulmanes y cristianos, pudo formar parte del reino de Aragón –si bien de modo transitorio- años antes de lo generalmente admitido. Así, la línea “de Monreal a Orta” se iría consolidando progresivamente y las tropas cristianas, quienes ya tutelaban Belchite en 1117 (Monsalvo, 2010: 119) arañarían terreno islámico durante los siguientes años. De ese modo las villas de Alcañiz, Caspe, y otras más hacia el este serían arrebatadas a los moros durante el reinado de Alfonso I. Los últimos reductos bajoaragoneses en caer lo harían durante la campaña de los años 1133-1134: Maella, Nonaspe y Fayón, siendo esta última la villa más al este de la zona. Una vez muerto Alfonso el Batallador en 1134, los musulmanes recuperarían la mayor parte de lo perdido. Quince años después, gracias al concurso de Ramón Berenguer IV y las órdenes militares, se recuperarían, al menos, Nonaspe, Fayón, y Trabia. Una tregua paralizaría las operaciones bélicas hasta 1154, cuando caería Caspe, quizá junto a otras villas más. Alcañiz se ganaría tres años después y, siguiendo esta teoría, a finales de la década todo el Bajo Aragón se habría integrado en la Corona de Aragón.

No obstante, y para finalizar el presente trabajo, lanzo un guante con la esperanza de que, en un futuro ojala no muy lejano, alguien se atreva a recoger: se hacen necesarios nuevos trabajos que consigan poner orden en la vorágine de fechas en torno a la Reconquista de la tierra bajoaragonesa.  

 Amadeo Barceló

Notas

[1]Al respecto, y basándose en los trabajos de Francisco Codera Decadencia y desaparición de los almorávides en España, Pamplona, 2004, y de Julio González,El reino de Castilla en la época de Alfonso VIII, tomo I (Estudio), Madrid, 1960, el autor asegura que Ibn. Mardanish estableció tratados de paz tanto con Ramón Berenguer IV como con Alfonso VII y las Repúblicas de Pisa y Génova.

[2]Para Trabia, ver http://www.bajoaragonesa.org/elagitador/trabia-la-ultima-villa-perdida/

[3]http://www.bajoaragonesa.org/elagitador/donaciones-de-caspe-y-trabia-sobre-las-fechas-de-estos-documentos/  

Bibliografía

Álvarez Palenzuela (coord.) et. al. Historia de España de la Edad Media, Ariel, 2011.

Bonet Donato, María, La Orden del Hospital en la Corona de Aragón. Poder y Gobierno en la Castellanía de Amposta en los siglos XII al XV, CSIC, Madrid, 1997.

Carmen J.Mar, Caspe Medieval, Documentos, Caspe, AACCC-CECBAC, 2007.

Codera Zaidín, Francisco, Decadencia y desaparición de los almorávides en España, Urgoiti, Pamplona, 2004.

Cortés Borroy, Francisco Javier, Caspe. Historia y Arte. Ayuntamiento de Caspe, 1998.

González Cavero, Ignacio, “Una revisión de la figura de Ibn. Mardanish” en Miscelánea Medieval Murciana, Universidad de Murcia, 2007, pp. 95-110.

Juste Moles, Vicente, Historia de Maella, DPZ, Zaragoza, 1995.

Lacarra De Miguel, José María, Documentos para el estudio de la Reconquista y repoblación del Valle del Ebro, Anubar, 1985.

Laliena Corbera, Carlos Sistema social, estructura agraria y organización del poder en el Bajo Aragón en la Edad Media (siglos XII-XV), Instituto de Estudios Turolenses, 2009.

Monsalvo Antón, José María, Atlas Histórico de la España Medieval, Editorial Síntesis, 2010.

Pallarés Gil, Matías., “La frontera sarracena en tiempo de Berenguer IV”. Boletín de Historia y Geografía del Bajo-Aragón I. Zaragoza, 1907.

Pallisa Ráfales, José, “Aproximación histórico-arqueológica al castillo de Nonaspe”, Cuadernos de Estudios Caspolinos nº 9, Caspe, IFC, 1983.

Pellicer Catalán, Manuel, Panorama histórico-arqueológico de Caspe en el Bajo Aragón, CECBAC, 2004.

Ubieto Arteta, Agustín, Creación y Desarrollo de la Corona de Aragón, Zaragoza, Anubar, 1987.

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