Han pasado 78 años de aquel 6 de junio de 1944 que marcó el comienzo del fin de la Segunda Guerra Mundial. La operación Overlord llevaba cociéndose a fuego lento algo más de un año, porque asaltar la Festung Europe, el sistema defensivo planeado por los nazis ante la previsible invasión aliada, no iba a resultar un paseo militar. La fortificación de las tropas hitlerianas consistía en un formidable dispositivo compuesto de kilómetros de casamatas, búnkers, trincheras, antiaéreos, alambradas, minas y hombres comandados por el mariscal Romel. Contra todo ello, los aliados, 11 países -a los que habría que sumar a los combatientes de la Francia libre y a los republicanos españoles- dispuestos a cruzar el Canal de la Mancha amparados en su abrumadora superioridad aérea, material, y en la gran cantidad de tropas (3.000.000 millones de hombres esperaban en Inglaterra). Para Overlord, la mayor invasión anfibia de la historia, se concentraron unas 7.000 embarcaciones, 12.000 aviones y 150.000 combatientes aliados fueron desembarcados solo en la primera oleada. Tres divisiones aereotransportadas, 20.000 hombres, se lanzaron tras las líneas enemigas. Las tretas aliadas funcionaron y los alemanes picaron el anzuelo creyendo que el desembarco aliado se produciría en Calais.
En pocas horas los aliados ya habían asegurado una sólida cabeza de playa al otro lado del mar y el segundo frente europeo acababa de inaugurarse. Un éxito relativo, porque los aliados perdieron, en solo 24 horas, más de 11.000 combatientes y los objetivos previos en cuanto al avance y toma de ciudades distaron mucho de los planteados en origen. Estaba claro que esto no iba a ser un paseo militar y que los alemanes iban a poner las cosas difíciles. Pero los aliados, además de las tropas regulares, contaban con un ejército tras las líneas de la Wehrmacht: los maquis.
Entre los inicios de la primavera de 1939 hasta junio de 1944 habían transcurrido más de 1.500 días. Cinco años en los que aquellos rojos españoles despreciados por buena parte de los franceses en el inverno de 1939, habían mostrado su valía como excelentes luchadores contra las fuerzas de ocupación. Su experiencia en combate y su compromiso estaban fuera de toda duda y podía contarse con ellos porque estaban dispuestos a todo. Luchaban por la libertad, por Francia, por la República, y por su propia dignidad.
Más de 12.000 españoles formaban parte de grupos resistentes de carácter español en los meses previos al desembarco de Normandía; un millar más permanecían integrados en grupos donde otras nacionalidades eran las mayoritarias. Junto a ellos, miles de republicanos colaboraban con la Resistencia sin empuñar armas. Armas llovidas del cielo a través de los parachutes o birladas a los propios alemanes. Los pequeños grupos independientes de las primeras fechas, eran ya una colosal fuerza de choque llamada Agrupación de Guerrilleros Españoles. De modo que cuando los aliados desembarcaron en Normandía, los maquis españoles no solo estaban organizados, sino que disponían de hombres, material, experiencia y entusiasmo de sobras como para atreverse a dar el paso definitivo. Y por fin, las cosas les iban a ir de cara.
Como una llamada a rebato, el desembarco de Normandía fue el desencadenante para comenzar, por fin, la verdadera batalla final para la resistencia armada antifascista del Midi francés. El enemigo continuaba siendo fuerte y todavía acantonaba cientos de miles de hombres del III Reitch en territorio galo, pero los españoles ya no estaban dispuestos a esperar más tiempo y el mismo 6 de junio de 1944 los hombres a cargo de Emilio Álarez Pinocho integrados en la 15ª División, liberaban la villa de Excideuil, en el departamento de la Dordogne. Un día después hombres de la 10ª Brigada, en los Bajos Pirineos, tomaban sus primeros prisioneros alemanes en Ferriéres.
En toda la zona se entablaron importantes combates porque desde el primer momento los alemanes demostraron que no iban a regalar ni un pueblo, ni una casa, ni un solo palmo de terreno. Y no perdonarían la vida de los guerrilleros. En Buziet, el 17 de julio, se asesinaba a 14 guerrilleros españoles que se sumaban a otros muchos como los 23 guerrilleros caídos junto a sus compañeros galos, maquisards, del grupo resistente “Bir Hakeim” ejecutados meses atrás. O a los muchos que fueron salvajemente torturados antes de fusilarlos. O a los civiles masacrados para saciar la enfermiza venganza de las SS, responsables de matanzas como la de Oradour-sur-glane, cuando los hombres fueron fusilados en la plaza del pueblo mientras las mujeres y los niños eran quemados vivos dentro de la iglesia. 642 personas murieron en la tarde del 10 de junio de 1944, entre ellos, la familia procedente de Alcañiz formada por Joaquín Gil, Carmen Espinosa y las hijas de ambos, Carmen y Pilar, gemelas de 14 años.
Pero nada amedrentó a los guerrilleros españoles y los enfrentamientos y ataques se multiplicaron por toda la geografía francesa. Durante aquel verano se combatiría y se ganaría Toulouse, Marsella, Tarbes, Montpellier, París… Quedaba demasiada sangre por derramar en aquellos 11 meses que iban a transcurrir hasta el final de la guerra. Cientos de batallas, miles de acciones, días en los que la participación de la guerrilla iba a resultar una valiosísima ayuda. Aquel 6 de junio de 1944, cuando se abrió una brecha en el Muro del Atlántico, comenzaba el último acto. Muy pronto, miles de republicanos españoles, por fin, iban a ganar una guerra.
Para saber más:
Calvo, Juan M:http://aragonesesexilioydeportacion.blogspot.com.es/2011/07/oradour-sur-glane-10-de-junio-de-1944.html
Losada Juan Carlos, Vázquez Juan, Caballero, Carlos, Segunda Guerra Mundial 1939-1945, Las claves de la mayor contienda de la Historia, El Día D, (tomo 23) Biblioteca El Mundo, 2009, pp. 15-37.
Pons Prades, Eduardo, Republicanos españoles en la Segunda Guerra Mundial, La Esfera de los Libros, 2003
Serrano, Secundino, La última gesta. Los republicanos que vencieron a Hitler, Editorial Aguilar, 2005