Algunos lugares de nuestro entorno son capaces de hacernos sentir alejados de todo. Al norte del término, entre las aguas del Mar de Aragón y los montes de Valdurrios, se encuentra un paraje donde apenas se encuentran rastros de civilización. Un terreno llano, de riguroso secano y en el que podemos pasar horas sin ver ni oír a persona alguna. Eso es La Gabardera.
Pero como ocurre en la mayor parte de nuestros montes, en La Gabardera, años atrás, hubo mucha más vida que actualmente. Como testigos de aquel tiempo permanecen en pie algunas ruinas de esas que merece la pena visitar. Tal es el caso de las de este corral.
En el mismo camino, unos 500 metros después, se encuentra esta magnífica torre. De tejado a dos aguas, divida en varias estancias y repartida en dos alturas, cuenta con un pequeño mas anexo.
A unos metros de la torre y al pie del camino, podemos apreciar los restos de un balsete que destaca por su profundidad.
Como vemos en la imagen, la construcción intercala piedra arenisca con la conocida piedra de guillo, lo cual no es extraño en la zona.
Ya saben, si les apetece perderse por un rato, la Gabardera puede ser un buen destino.