Esta semana visitamos una singular edificación rústica situada en la Villa (Lat:41.212680/Lon:-0.011700), en una zona «en disputa» entre la val de la Cueva, la Hoya del Moro y la llamada val de la Villa. Junto a la la balsa que abastece de agua a la población, se conserva esta curiosa torre de planta rectangular. Destaca sobre manera por la fuerte inclinación del tejado (recientemente remodelado a través de una solución de urgencia para evitar daños mayores), además de por su notable altura y por la estrechez de su anchura, pues no alcanza los cuatro metros en el interior de la planta baja. Construida en buena piedra sillar oculta bajo el revoque de sus plantas primera y segunda, en su fachada trasera conserva una curiosa letrina volada a la altura del primer piso.
Otro de los elementos destacables es la pequeña aspillera de la fachada sureste. Moviéndonos en el terreno de lo hipotético, quizá pudiéramos relacionar su existencia con las Guerras Carlistas del siglo XIX, probablemente cuando se edificó la torre. ¿Pudo instalarse la aspillera como elemento defensivo debido a la habitual presencia de partidas carlistas durante aquellos años?
Junto a la casa principal perduran las ruinas de una estancia secundaria anexa (¿almacén?, ¿establo?, ¿casa para el servicio?) y hacia el oeste destaca la casa de la noria. Abastecida por la Fillola de la Villa, aseguraba el agua para la mayor parte de la propiedad. Como vemos en las imágenes la noria se conserva en buen estado gracias al empeño de Jesús Ferrer.
Anteriormente, la torre y el resto de la heredad perteneció a las llamadas Barberanas. No en vano, es de ese modo como se conoce la heredad: «la finca de las Barberanas». Antes fue de los Guiu, y actualmente la finca es propiedad de Jesús Ferrer y Josefina Rufau, a quienes debemos agradecer su gentileza por mostrarnos los diferentes espacios.
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