Civán: el corral de las puertas abiertas y el pozo escondido

La sierra de Vizcuerno, en su vertiente caspolina, no destaca por ser un espacio demasiado frondoso ni por sus grandes crestas (la máxima elevación de esta pequeña cordillera situada al sur del término municipal de Caspe la marca el vértice geodésico Vizcuerno, con 432 metros de altitud). Sin embargo, tanto la sierra como su entorno tienen un atractivo especial. Tras dejar atrás el gaseoducto y el canal de la Colomina, encontramos un lugar en el que no hay torres de luz ni otros elementos que estropeen este inhóspito paisaje de nuestro secano.

Hoy nos detenemos en las faldas de la sierra, donde, aunque es posible rastrear algunas huellas de civilización, las edificaciones son escasas y muchas de ellas se conservan en pie a duras penas. Y es ahí, en el lugar en el que el silencio y la soledad se imponen, donde aflora el conjunto de ruinas que muestran las fotografías.

Metafóricamente, podría decirse que las imágenes nos están diciendo que no se pueden poner puertas al progreso. Y, desde una perspectiva histórica, nos hablan de lo que ha ocurrido durante las últimas décadas con las ganaderías ovinas: el fin de la mayor parte de ellas significó el ocaso de un modo de vida y con ello la condena a muerte de decenas de parideras que con tanto esfuerzo fueron construidas.

Las ruinas de este corral merecen ser visitadas porque, además, ocultan una sorpresa a tan solo unos metros de las mismas. Se trata de un pozo natural bajo una lastra que incorporamos al listado de los que hemos visitado y mostrado en este blog (el Pozo de la Cueva, el Pozo de la Fuen).

Ya saben que si quieren llegar hasta el corral y su pozo solo tienen que preguntarnos cómo hacerlo. A mi o a David Comech, que fue quien me habló de este lugar. Les invito a que hagan como él, pues ya saben que esta sección se nutre de sus sugerencias.